A estas alturas, lo raro no es que una gran empresa experimente con inteligencia artificial, sino que no lo haga. Parece que hay una especie de fiebre, un impulso casi reflejo por aplicar modelos generativos a cualquier proceso creativo, como si bastara con pulsar un botón para obtener resultados brillantes. Y si algo resulta incómodo, complejo o costoso —como pagar a actores de doblaje, por ejemplo—, la solución mágica parece estar clara: IA. Al menos eso pensó Amazon, que se ha metido en una buena tormenta tras intentar sustituir voces humanas por voces sintéticas en algunos animes de su catálogo.
El ¿experimento? se desarrolló en Prime Video, y consistía en aplicar doblajes automáticos generados por inteligencia artificial a varios títulos de animación japonesa. Se trataba de una fase beta, no anunciada a bombo y platillo, pero que no tardó en hacerse notar por razones poco halagüeñas. La plataforma insertó estos doblajes en inglés en series como Rebuild of Evangelion, y las voces generadas por IA eran tan robóticas, planas y desconectadas emocionalmente del contenido que no costó mucho a los usuarios identificar que algo no cuadraba.
La tecnología utilizada no dependía de actores humanos en ninguna fase. Amazon empleó un sistema de síntesis generativa entrenado para leer los diálogos en voz alta con cierta entonación, pero sin intervención de profesionales del doblaje ni ajustes manuales. No había matices emocionales, ni tiempos trabajados, ni interpretación, solo una voz automatizada intentando seguir un guion escrito con cadencia monótona. El resultado, como era de esperar, generó más incomodidad que otra cosa.
Las críticas no tardaron en arreciar. En redes sociales se multiplicaron las burlas hacia estos doblajes "fantasma", y en foros especializados se llegaron a calificar de insulto al anime y a sus creadores. La etiqueta "AI dub" empezó a usarse con tono despectivo. Ante este escenario, Amazon reaccionó de forma tajante: suspendió el experimento y retiró las versiones dobladas con IA de su catálogo. En una escueta declaración, la compañía confirmó que se trataba de una prueba limitada y que ya había finalizado, sin ofrecer más detalles sobre su posible continuidad. Ahora bien, si era una prueba limitada, ¿por qué no se informó de ella?
Este incidente no es aislado. En el último año, se ha abierto un intenso debate en la industria audiovisual sobre el uso de IA en tareas tradicionalmente humanas, como la actuación de voz. Plataformas como Netflix o Spotify han explorado caminos similares, y los sindicatos de actores han mostrado una oposición férrea. El conflicto se intensificó durante la pasada huelga de guionistas y actores en Hollywood, donde uno de los temas centrales fue precisamente el uso de inteligencia artificial sin consentimiento ni compensación.
Más allá de lo laboral, el caso deja una cuestión de fondo: ¿puede una voz generada por IA sustituir el trabajo de una persona cuando lo que está en juego no es solo el contenido, sino su emoción? En el anime, más que en otros géneros, el doblaje forma parte esencial de la identidad de cada personaje. La expresividad vocal, los silencios, los gritos y matices construyen buena parte de la experiencia narrativa. Sustituir eso por una lectura mecánica no solo empobrece el resultado, sino que lo deshumaniza.
En un mundo donde todo tiende a la eficiencia, es tentador pensar que la IA puede doblarlo todo. Pero hay cosas que no se miden en productividad ni se calculan en megahercios. Hay emociones que necesitan voz, y esa voz —al menos por ahora— sigue teniendo alma. Quizá Amazon ya lo ha aprendido, aunque sea a base de tropezar con su propio algoritmo.