Orlando Alfonso García Flores presentó su Proyecto de Innovación y Cambio titulado Persona y municipio, una relación necesaria para el desarrollo humano: La función municipal desde el Humanismo Cívico de Alejandro Llano, para graduarse de la Maestría en Humanidades en la Universidad de Monterrey.
Un buen punto de partida para fomentar el desarrollo humano en la sociedad es recuperar el espacio público municipal a través de la participación ciudadana, para que cumpla con su función como punto de encuentro de la ciudadanía, según la tesis de Orlando Alfonso García Flores.
En su Proyecto de Innovación y Cambio para graduarse de la Maestría en Humanidades en la Universidad de Monterrey en diciembre de 2021, García Flores señaló que los gobiernos municipales en los últimos cien años han respondido al esquema de ser prestadores de servicios, ordenadores del espacio territorial y administradores del patrimonio municipal, dejando de lado su función natural de espacio de formación de comunidad alineado a la naturaleza de la persona.
"Se debe hacer una verdadera revisión de lo que están haciendo los gobiernos municipales, que llegan al poder con la idea de mejorar la calidad de los servicios y de vida de los habitantes, pero la pregunta es si están enfocando los recursos, que siempre son escasos”, destacó en entrevista.
Según se describe en el trabajo académico, Persona y municipio, una relación necesaria para el desarrollo humano: la función municipal desde el Humanismo Cívico de Alejandro Llano, coordinado por José Guadalupe Serna Naranjo, lo primero que debe atenderse es la creación de comunidad y tejido social, porque de esa forma es más fácil prestar servicios de calidad y lograr crecimiento económico.
“El desarrollo humano no va a llegar por decreto o desde el gobierno, sino que se da en la medida en que el ciudadano se involucra en su propio destino, deja de ser un ciudadano mínimo que solamente vota y se va a su casa, para convertirse en un ciudadano de tiempo completo, que está permanentemente vigilando a su autoridad y participando en la toma de decisiones”, explicó.
García Flores estableció que, si bien es difícil que el proceso de desarrollo con un enfoque humano se dé en otros niveles de gobierno, es más sencillo a nivel municipal y, con mayor razón, con la ayuda de la tecnología, a través de la cual los ciudadanos organizados ?en sus barrios, en sus colonias o en sus organizaciones? pueden hacer llegar a la autoridad lo que ellos quieren para su ciudad.
“El municipio debe ser una escuela de ciudadanía (...) el ciudadano es la antítesis del individuo; implica la pertenencia a su comunidad y la participación cívica para el desarrollo mutuo”, indicó.
En su investigación, concluyó que el enfoque hacia el desarrollo social y humano en la función municipal incide de forma más efectiva en el crecimiento del Índice de Desarrollo Humano.
El alumno realizó su estudio basado en el análisis de la asignación presupuestal y los planes y programas de gobierno municipal vinculados a los rubros de participación ciudadana, desarrollo comunitario y la prestación de servicios o equivalentes, y se compararon contra los resultados obtenidos en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) Municipal del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2010-2015), para lo cual eligió seis municipios con alto, medio y bajo IDH, así como los de mayor crecimiento en la clasificación en las últimas dos mediciones.
El enfoque del Humanismo Cívico de Alejandro Llano Cifuentes en que se basa la investigación es una visión que nace de la noción aristotélica de la persona, de acuerdo con García Flores: el ser humano es un ser racional, comunitario y dialogal, y en la medida en que se propicien ambientes en los que pueda desarrollar su diálogo, se humaniza la comunidad.
“Es como cuando llenas una casa de accesorios y de bienes materiales, pero en la casa no hay armonía, no hay comunicación, no hay apoyo mutuo, los resultados siempre van a ser pobres (...) Tenemos que regresar al espíritu comunitario en el espacio público y que no sea solamente el lugar en donde trabajamos o nos movemos sin ninguna interacción humana real”, expuso.
Sobre su experiencia al cursar la Maestría en Humanidades, García Flores manifestó que fue muy enriquecedora: “descubrí una comunidad educativa humanista, preocupada por su sociedad, que hace vida los valores de la UDEM de respeto a la dignidad, integridad, trascendencia y, sobre todo, la búsqueda de la verdad”.
“Creo que la Maestría en Humanidades realmente aporta a la formación de una sociedad más humana al promover el pensamiento crítico y desarrollar nuestras potencialidades para colaborar en el bien común, sin duda la recomiendo ampliamente”, comentó.