Tapitas de plástico es lo que recolectan los corazones azules metálicos instalados en el Tec Guadalajara por las egresadas de PrepaTec, María José Escobedo y Astrid Müller, quienes impulsaron un proyecto que beneficia a niños con cáncer.
Mientras cursaban su último semestre en PrepaTec Guadalajara, consolidaron la iniciativa Tapitas de Esperanza, como parte del programa PAS para ayudar a la organización Mi Gran Esperanza.
El programa Personal, Ambiental y Social (PAS) de la PrepaTec Guadalajara promueve el contacto con la comunidad y aprendizaje con sentido humano como parte de sus beneficios.
Son 8 estructuras en forma de corazón las que obtuvieron las alumnas por medio de patrocinadores clave, las cuales fueron colocadas en diversos puntos del campus y de la ciudad.
"Nosotras encantadas, porque es básicamente labor social y ayudar a los demás sin esperar buscar algo a cambio. Creo que es bastante significativo", expresó María José, egresada de PrepaTec Guadalajara.
Colaboradores de corazón
"La idea comienza hace 2 años, gracias a Sofía Morales, una compañera, amiga y exalumna", añadió María José. Y la iniciativa tomó relevancia en las instalaciones de campus Guadalajara, al conseguir los 8 corazones recolectores.
Esto, para ayudar a pagar tratamientos y medicinas para niños con cáncer, al promover la recolección de tapitas de plástico en el campus.
"La idea fue poner la estructura de corazón que todo el mundo conoce en la ciudad, porque es más visual y para que la gente se anime a participar constantemente", declaró Astrid, egresada de PrepaTec Guadalajara.
Los corazones fueron distribuidos así:
4 en Tec, campus Guadalajara
1 en PrepaTec Santa Anita
3 en la ciudad (parques, centros comerciales y otra escuela).
Señalaron además que la comunicación es constante con la organización, pues ésta última es responsable de la logística de recuperación del plástico.
Reciclaje consciente, un enfoque diferente
Con un equipo aproximado de 70 personas, la organización Mi Gran Esperanza A.C. se centra en el reciclaje consciente, lo que contribuye a pagar los estudios, medicamentos y prótesis de niños con cáncer.
Con sede en Guadalajara, la organización recolecta los materiales y los vende a una recicladora asociada. El dinero recaudado es destinado a cumplir los objetivos antes mencionados.
Para Tapitas de Esperanza la meta es que "a partir de los siguientes semestres, cada 2 meses se llene aunque sea un corazón", comentó Astrid.
"Ya tenemos lo más difícil, que fue conseguir los corazones y las placas. Lo que sigue es que la gente sea consciente del cambio y que pueden cambiarle la vida a alguien", aseguró Astrid.
Todos podemos ayudar
El trabajo colaborativo realizado llevó a las entonces estudiantes de preparatoria a hacer un ejercicio de conciencia, que las hizo sentirse inspiradas por la asociación y realizar las gestiones para generar un impacto en la comunidad.
"Una tapita no pesa por sí sola. Pero si todos juntan sus tapitas se forma el gran apoyo que necesitan las familias, los chavos o la asociación", resaltó María José.
El proyecto Tapitas de Esperanza apenas comenzó, pues de acuerdo con las expectativas de ambas se espera que esta iniciativa se convierta en una propuesta nacional que sea parte de toda la comunidad Tec.
"Queremos que la gente se anime a buscar y hacer cosas que hagan al mundo mejor y que también no se les olvide guardar sus tapitas y juntarlas", precisó Astrid.
"Queremos que la gente se anime a buscar y hacer cosas que hagan al mundo mejor".- Astrid Müller.
Finalmente, ambas reflexionaron sobre la experiencia que les ha dejado participar en el proyecto. "Lo que más me ha gustado es la satisfacción al ver en los niños la felicidad que les genera y su interés en participar", destacó María José.
"Todas las personas que lean esto, si tienen alguna idea, no se queden pensando en que no va a servir de nada. Créanme que todas las ideas van a generar un impacto, aunque sea en una persona, pero van a impactar la vida de alguien", concluyó Astrid.