WASHINGTON, EU.- La muerte de Breonna Taylor, la joven negra baleada por la policía mientras dormía en su casa de Louisville, Kentucky, quedará impune. Más de seis meses después de que tres agentes irrumpieran en su casa y la mataran durante una investigación en la que se equivocaron de sospechoso, este miércoles un gran jurado acusó solo a uno de los policías de "conducta peligrosa" por haber disparado su arma a un apartamento contiguo, ni siquiera por haber descargado su arma mortalmente contra Taylor.
La decisión encendió otra vez la chispa de las protestas contra la brutalidad policial y el racismo sistémico. Dos oficiales resultaron heridos de bala durante las protestas la noche de este miércoles en la ciudad. "¡Sin justicia no hay paz!", fue el clamor general. En Nueva York también hubo disturbios.
El caso de Taylor, icónico del resurgir del movimiento Black Lives Matter junto al de George Floyd, se une a la larga lista de tiroteos fruto de la violencia excesiva de la policía que acaba indemne en la justicia de Estados Unidos, sin repercusiones para aquellos oficiales que abusan de su posición y causan muertes por las que después no rinden cuentas.
El gran jurado acusó al exdetective Brett Hankison de "conducta peligrosa" por poner en riesgo la vida de tres vecinos de la víctima, al disparar "a ciegas" y poniéndolos en "riesgo sustancial" durante el allanamiento (erróneo) del apartamento de Taylor.
El fiscal general de Kentucky, el republicano Daniel Cameron, explicó que había "seis posibles acusaciones de homicidio" contra Hankison y sus dos compañeros, los también detectives John Mattingly y Myles Cosgrove, pero que ninguna era "aplicable" porque el gran jurado resolvió que el "uso de fuerza estaba de Mattingly y Crosgrove estaba justificado para defenderse".
La muerte de Taylor, técnica de emergencias en varios hospitales con aspiraciones de ser enfermera de 26 años, sucedió el pasado 13 de marzo en el transcurso de una operación antidroga: estaba en su casa con su pareja, donde la policía creía que había droga de un narcotraficante con el que la joven había mantenido una relación en el pasado. Taylor y su actual compañero, Kenneth Walker, despertaron alarmados por un ruido en la puerta; Walker disparó una bala que hirió a Mattingly, y fue respondido con 32 disparos. En la casa no había drogas. Al menos cinco balas impactaron en Taylor, desarmada.
"La justicia penal no se concibió para responder a cada lamento y luto", trató de justificarse el fiscal Cameron, para quien no hubo crimen, sólo una "tragedia".
Desde hace días se intuía una resolución de este tipo y las autoridades tomaron previsiones: el alcalde de Louisville había declarado el estado de alerta en la ciudad e impuesto toque de queda para las próximas tres noches. Se puso a todas las unidades de los servicios de seguridad y policía en alerta y se desplegó la Guardia Nacional. Pero eso no detuvo la ira.
"Es una decisión escandalosa y ofensiva", criticó Ben Crump, el abogado de la familia de Taylor.
El candidato presidencial demócrata, Joe Biden, dijo que la decisión "no responde al llamado de justicia... Necesitamos resolver el uso excesivo de la fuerza, las prácticas de asfixia".
La decisión encendió otra vez la chispa de las protestas contra la brutalidad policial y el racismo sistémico
"Sin justicia no hay paz", claman en Louisville
La decisión encendió otra vez la chispa de las protestas contra la brutalidad policial y el racismo sistémico