Emmanuel Macron se juega su legado, pone en riesgo la estabilidad de Francia y compromete la operatividad de la Unión Europea en las elecciones del 7 de julio.
"En estas elecciones está en juego el futuro del gobierno de la sexta potencia económica a nivel internacional en un contexto extremadamente delicado para Europa, con la guerra en Ucrania y las implicaciones que tiene para las naciones europeas", afirma Gaspard Estrada, politólogo y director ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC) de Sciences Po, en París.
"La decisión inesperada del presidente Macron tiene implicaciones muy importantes para el futuro de Francia y Europa. Esta elección es un parteaguas, por primera vez en la historia de la quinta República la extrema derecha podría llegar por la vía electoral al poder. De confirmarse, Francia viviría tiempos difíciles de aislamiento internacional", apunta.
El riesgo radica en que vuelva a repetirse la derrota ante la ultraderecha en las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio, en las que el partido nacionalista antiinmigración obtuvo 31.37% de los votos, un resultado histórico, más del doble del partido Renacimiento de Macron, 14.60%.
Un desenlace similar puede resultar en un escenario en el que Macron, que permanecerá en el cargo hasta 2027, tenga que cohabitar, compartir el poder, con un gobierno bajo liderazgo de un premier de las filas del RN.
No sería la primera vez que se aplicara en Francia el formato de cohabitación: la última ocasión tuvo lugar entre 1997 y 2022, cuando el cargo de primer ministro lo ocupó el socialista Lionel Jospin y el de presidente Jacques Chirac, de centroderecha, pero la convivencia nunca ha sido con la extrema derecha.
Ante la sorpresa de todos, la noche del 9 de junio Macron disolvió la Asamblea Nacional y convocó a elecciones legislativas.
La decisión fue en reacción a los resultados que colocaron a RN muy por delante en las elecciones parlamentarias de la Unión Europea, y a la débil posición que se encontraba desde 2022.