Más allá de haber completado el año en el cargo y de dar la impresión de aplacar el desorden al interior de las filas del Partido Conservador, Rishi Sunak tiene poco que festejar en su primer aniversario como primer ministro británico tras la fulminante caída de su predecesora Liz Truss.
Ha sido incapaz de superar los desafíos que tienen a la economía británica por debajo de su potencial y a cientos de miles de trabajadores participando en huelgas salariales. Maestros, doctores, enfermeras, operadores de ambulancias, trabajadores de universidades, el servicio postal, el Metro capitalino y el sistema ferroviario han tomado las calles para exigir mejores condiciones salariales y laborales.
Si bien se han alcanzado algunos acuerdos, incluyendo uno salarial para los profesores, el calendario de huelgas en el Reino Unido sigue siendo nutrido. Con Sunak la economía británica no se ha hundido, pero tampoco ha crecido, indica información de la Librería de la Cámara de los Comunes.
Luego del rebote global tras la pandemia, la economía británica crece a mínimos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) anticipa un crecimiento de 0.5% para este año y de 0.6% para 2024; inferior al 0.7% y 1.2% previsto para la Eurozona y de 1% y 1.3% de Francia. Si bien el precio de los energéticos no puede desconectarse de los acontecimientos externos, como la guerra de Rusia en Ucrania, las políticas implementadas no logran frenar el aumento de precios.
"La confianza de los consumidores cayó nueve puntos este mes (...) esta fuerte caída pone de manifiesto que la crisis del coste de vida y la falta de dinero para llegar a fin de mes siguen ejerciendo enorme presión sobre muchos consumidores", sostiene Joe Staton, director de Estrategias de Clientes de la firma Growth from Knowledge (GfK). Tampoco hay entusiasmo en la clase empresarial.
Sunak llegó al poder en un segundo intento. Un año después de llegar al cargo, como ocurrió con sus predecesores, Sunak no está exento de peligros. Una nueva rebelión liderada por Truss comienza a tomar forma. Si bien el bloque que apoya la visión de Truss, de "hacer que Gran Bretaña vuelva a crecer", representa menos de la quinta parte del total de los tories, ese bloque equivale aproximadamente al número de legisladores que da a Sunak la mayoría parlamentaria.
Está previsto que la presión aumente conforme las distintas fracciones conservadoras fijen posiciones de cara a las elecciones generales del próximo año. Las encuestas siguen vaticinando la catástrofe para Sunak y su partido. Según Ipsos, la oposición laborista mantiene ventaja de 20 puntos.
Sunak está perdiendo en la guerra de percepciones: casi nueve de cada 10 británicos cree que Gran Bretaña necesita un nuevo equipo de líderes. En el índice de aprobación sale reprobado. En cuanto a la Unión Europea (UE), con Sunak hay una tregua luego de siete años de gran virulencia. "Pero la mejora del tono no indica un cambio profundo en la relación entre el Reino Unido y la UE", afirma en un análisis Charles Grant, director del think tank Centre for European Reform.