Los resultados a boca de urna tras las elecciones en Italia confirman lo que se veía venir hace semanas: el triunfo de la ultraderecha, encabezada por Giorgia Meloni, quien se convertiría en la primera mujer en asumir el cargo de primer ministro en Italia.
Soberanista, apasionada de la derecha italiana, Meloni, de 45 años, es una firme defensora de la idea de una "Europa confederal", que respete la "soberanía de los Estados miembros".
Su discurso euroescéptico preocupa a muchos en una Unión Europea que busca mostrar unidad en momentos en que la agobian los problemas: de la guerra en Ucrania a la inflación y la crisis energética, derivados en gran medida de la primera.
Consciente de los temores que provoca la ultraderecha, Meloni cambió el tono: afirma ahora ser favorable a la Unión Europea; sin embargo, también asegura que "primero, los intereses nacionales".
Entre otras cosas, Meloni, una de las fundadoras de Hermanos de Italia, que hoy preside, quiere volver a negociar el plan de recuperación post-covid, financiado con casi 200 mil millones de euros (casi la misma cifra en dólares) por la Unión Europa, de manera que se tenga en cuenta el elevado costo de la energía tras la guerra en Ucrania.
Sin embargo, el desembolso de ese gigantesco fondo depende del cumplimiento de una serie de reformas, cuya implementación fue escrupulosamente respetada por el gobierno saliente de Mario Draghi y que con la eventual victoria de la coalición ultraderechista parecen comprometidas.
Meloni se ha esforzado por mostrarse como el rostro de una "nueva derecha 2.0", más moderna. Pero que mantiene su lema: "Dios, patria y familia".
Periodista, madre de una hija, en 2006 se convirtió en la vicepresidenta adjunta más joven de la Cámara de Diputados de Italia, un cargo que combinaba con el periodismo. En el gobierno de Berlusconi, se convirtió en la ministra de Juventud más joven del país.
Durante un mitin en Málaga, España, en apoyo del partido Vox, la italiana hizo una declaración que se considera su mantra: "Sí a la familia natural, no a los lobbys LGBT; sí a la identidad sexual; no a la identidad de género; sí a la cultura de la vida; no al abismo de la muerte; sí a la universalidad de la cruz; no a la violencia islamista; sí a las fronteras seguras; no a la inmigración masiva".
Meloni se postuló fallidamente para alcalde estando embarazada de siete meses. Alegó entonces que decidió hacerlo porque hombres poderosos le habían dicho que no podía. "Soy una mujer. Soy madre", se le oía repetir.
Sin embargo, muchos temen que la llegada de Meloni al poder sea un retroceso en los avances en una de por sí conservadora Italia.
Que su partido esté inspirado en las políticas del nacionalista Víktor Orbán, primer ministro de Hungría que ordenó que las mujeres que buscan un aborto escuchen los signos vitales del feto antes de continuar con el procedimiento, hace temer a las mujeres italianas.
En Italia, el aborto ha sido legal desde 1978, pero es difícil de obtener. Cuestionada al respecto, Meloni, quien ha contado que ella casi fue abortada, prometió no modificar la ley en caso de ser primera ministra, pero añadió que quería aplicar de forma más integral la parte de la ley que habla "sobre prevención" y que, consideró, ha sido ampliamente ignorada hasta ahora.