Los disturbios en Francia le han restado lustre al primer viaje al extranjero del rey Carlos III como monarca, con trabajadores en huelga que se niegan a desdoblar alfombras rojas en medio de protestas por la reforma a las pensiones y críticos que piden que se cancele la visita por completo.
Carlos tiene previsto emprender el viaje a partir del domingo a nombre del gobierno del primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak. Se esperaba que una glamorosa gira real subrayara los esfuerzos para reforzar los lazos anglo-franceses afectados por el Brexit.
Pero la furia por la determinación del presidente francés Emmanuel Macron de aumentar la edad de jubilación de 62 a 64 años ha empañado lo que se suponía sería una muestra de bonhomía y amistad. En cambio, la visita de Carlos se ve como un despliegue innecesario de privilegios hereditarios.
"Es muy mal momento. Normalmente, los franceses darían la bienvenida a un rey británico. Pero en este momento, las personas que protestan están en alerta máxima ante cualquier signo de privilegio y riqueza", dijo el escritor parisino Stephen Clarke, autor de "Elizabeth II, Queen of Laughs".
Con montones de basura sin recolectar a lo largo de los bulevares que alguna vez fueron prístinos de la capital francesa, los observadores dicen que el paisaje no podría ser peor, tanto para Carlos como para Macron.
Planeado desde hace meses, el elegante itinerario de Carlos con la reina consorte Camila para el viaje del 26 al 29 de marzo incluye una visita al Musee d´Orsay, una ceremonia de colocación de una ofrenda floral el Arco del Triunfo y una lujosa cena en la antigua residencia real, el Palacio de Versalles.
Para limitar la posibilidad de interrupciones en la cena real, se espera que la seguridad sea muy estricta alrededor de Versalles.