Aumentando la presión sobre el primer ministro Boris Johnson, cuyo puesto pende de un hilo, la policía londinense anunció este martes una investigación sobre las varias fiestas celebradas en sus oficinas durante los confinamientos, con la que este prometió "cooperar plenamente".
Tras la humillación de tener que disculparse hace diez días con la reina Isabel II por celebrar dos fiestas con música y mucho alcohol en la víspera del limitadísimo entierro de su esposo Felipe en pleno confinamiento el pasado abril, Downing Street debe someterse ahora a una investigación de Scotland Yard.
Puedo confirmar que la Met (policía de Londres) está investigando una serie de eventos que tuvieron lugar en Downing Street y Whitehall en los últimos dos años en relación con posibles infracciones de la normativa sobre el covid-19", confirmó Cressida Dick, la jefa de Scotland Yard, ante la asamblea local de la ciudad.
En el último episodio de un goteo de filtraciones a la prensa que no cesa desde diciembre y provocó la peor crisis política que haya vivido el primer ministro Boris Johnson desde su llegada al poder en 2019, el lunes por la noche ITV afirmó que el controvertido líder conservador celebró su cumpleaños con varios allegados en pleno confinamiento.
Según ese canal privado, Johnson participó en una fiesta organizada por su esposa el 19 de junio de 2020, cuando ese tipo de reuniones estaban prohibidas, a la que habrían asistido hasta 30 personas, incluida la decoradora Lulu Lytle, que llevó a cabo la costosa reforma de su apartamento en Downing Street, cuya financiación causó controversia.
Según una portavoz, el primer ministro permaneció "menos de diez minutos" en esa reunión. Johnson, de 57 años, lucha desde hace semanas por su supervivencia política ante las incesantes revelaciones sobre fiestas celebradas en Downing Street y otros locales del gobierno cuando las normas sanitarias lo prohibían.
Para intentar acallar el escándalo y calmar a los numerosos diputados de su propio partido que se unieron a la oposición para pedir su dimisión, Johnson encargó una investigación interna a una alta funcionaria, Sue Grey, cuyas conclusiones podrían conocerse próximamente.
Por su parte, el muy influyente exasesor del primer ministro, Dominic Cummings, sospechoso de estar en el origen de muchas filtraciones, rehusó ser interrogado en el marco de dicha investigación, asegurando que, de hacerlo, Johnson "se inventaría historias absurdas". Y prefirió testificar por escrito.
Cummings, que multiplica los ataques contra su exjefe desde que dejó el cargo a finales de 2020 en un contexto de luchas intestinas, ha advertido que podrían salir a la luz "otras historias perjudiciales" si Johnson no dimite.