Las guerras entre Rusia y Ucrania, y la de Israel en Gaza son muestra de los desafíos que enfrenta hoy la Organización de las Naciones Unidas (ONU), junto con un creciente reclamo de reformas que permitan al organismo actuar con mayor eficacia en el escenario global.
Dennis Francis, quien asumió en septiembre como presidente de la Asamblea General de la ONU, señala que hay "necesidad real de proceso más estructural, más robusto de reformar a la ONU", particularmente en el Consejo de Seguridad, pero subraya que, aun con resoluciones vinculantes, son los Estados los que tienen las decisiones en sus manos.
La importancia de las resoluciones de la Asamblea, del Consejo, considera, está en que se trata de "declaraciones políticas" de 193 Estados miembros que buscan ejercer una presión a los países implicados en conflictos.
Francis, representante Permanente de Trinidad y Tobago ante la ONU, reconoce que la ONU no es, "temporalmente, tan fuerte" como se quisiera, pero cuestiona: "Si no es la ONU, ¿quién más?
Usted asumió como presidente de la Asamblea General de las Naciones apenas en septiembre, en un momento en que la atención se concentraba en Ucrania. Un mes después, las conversaciones se centraron en otra guerra: la de Israel-Hamas. ¿Cómo manejan este tipo de temas complicados?
—Así es. Empezamos con la guerra en Ucrania, que tiene poco más de un año, y los principales objetivos, las prioridades eran concentrarnos en los temas de desarrollo: los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la agenda 2030, pero hay un objetivo principal que es restablecer la paz y la seguridad en el orden global, tras la invasión de Rusia en territorio ucraniano que violó la Carta de Naciones Unidas y el derecho internacional.
Luego vino la situación en Gaza, que es de gran preocupación para nosotros. Así que, en cierto sentido, la paz y la seguridad eclipsaron mucho de lo que tratamos de hacer, e incluso lo han complicado, porque sin paz, seguridad y estabilidad, todo lo demás se ve afectado, socavado.
Sin embargo, somos las Naciones Unidas y somos multi taskers, así que no hemos perdido nuestro enfoque en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este año celebramos la Cumbre sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG, por sus siglas en inglés), en la que participó el secretario general de la ONU, en la que los países se comprometieron a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sustentable para 2030.
¿Cuáles son sus metas en este momento como presidente de la Asamblea General de la ONU?
—La prioridad en estos momentos es salvar vidas en Gaza. Salvar vidas civiles. No es aceptable que, a cinco semanas de la guerra, haya aproximadamente 11 mil muertos civiles en Gaza. Dos terceras partes (...) eran mujeres y niños. No es un buen panorama. Así que es nuestra prioridad y, por lo tanto, la cuestión de crear un ambiente para el restablecimiento de la paz se vuelve una gran prioridad, y es por eso que he llamado, y sigo llamando, por un cese del fuego en Gaza, y no sólo por un cese el fuego, sino para que las autoridades permitan el acceso de ayuda humanitaria y de asistencia para aquellos que la necesitan desesperadamente, y también para que Hamas libere a todos los rehenes, porque claramente eso es un motor de la guerra.
El conflicto en Ucrania e Israel han demostrado la importancia de tener una ONU fortalecida. ¿Cree que es lo suficientemente fuerte para enfrentar estos conflictos?
—Los conflictos han evidenciado la necesidad de tener una ONU muy fuerte, muy robusta. Estamos trabajando en ello. Hay que recordar que venimos saliendo, y aún no termina, de la debilitante etapa de la pandemia del Covid-19. Tenemos la guerra en Ucrania, que es una violación del derecho internacional, hemos tenido problemas de inseguridad alimentaria global, problemas en las cadenas de suministro, inflación. Pero, preguntémonos: Aun si la ONU no es, temporalmente, tan fuerte como quisiéramos que fuera, dados los desafíos que enfrenta el multilateralismo. Si no es la ONU, ¿quién más? ¿Quién más tiene el poder de convocatoria de reunir a 193 Estados miembros para enfrentar difíciles desafíos que enfrenta la comunidad internacional?
¿Cree que la ONU necesita reforma, como han pedido algunos líderes, para que tenga una voz más fuerte ante los conflictos que hoy enfrentamos?
—Hay que poner en contexto la cuestión de la reforma. Naciones Unidas se ha reformado continuamente al paso de los años. A veces no es obvio para el público en general, pero así ha sido a lo largo de décadas.
Por ejemplo, en los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, la ONU no tenía una unidad antiterrorista. Después del 11-S se creó para coordinar las políticas antiterroristas globales. Aún existe y tiene un programa muy robusto.
Ha sido un proceso de renovación en el que la ONU busca hacer operaciones más relevantes, más oportunas y efectivas. Pero hay necesidad real de un proceso más estructural, más robusto de reformar a la ONU, y ha habido resoluciones en la Asamblea General (...) La reforma involucraría tres cosas, principalmente: la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, la revitalización del trabajo de la Asamblea General y la reforma del Consejo Económico y Social. El público tiende a enfocarse en la reforma del Consejo de Seguridad, y en cierto sentido es entendible, porque es el órgano principal que se encarga de los asuntos de paz y seguridad internacionales. Desafortunadamente, debido a crecientes tensiones políticas y otros factores, el Consejo de Seguridad no ha podido llevar a cabo su responsabilidad del modo que nos gustaría en el pasado reciente.
Sin embargo, en ese proceso, algo ha ocurrido: cada vez se depende más de la Asamblea General para asumir ciertas funciones en el contexto de esta incapacidad del Consejo de Seguridad de emprender acciones en situaciones en las que se violan la paz y la seguridad internacionales. La Asamblea General ha tomado algunos de estos asuntos. Por ejemplo, hace dos semanas, la Asamblea General logró resolución sobre Gaza pidiendo acceso a un cese el fuego humanitario y liberación de rehenes, entre otras cosas. La reforma del Consejo de Seguridad es un tema importante, pero es un proceso, no es un evento. Es un proceso cargado políticamente, que requerirá de esfuerzos importantes para lograrse, pero creo que todos apreciamos la importancia de reformar el Consejo porque todos coincidimos en que necesitamos un Consejo fuerte, tanto como necesitamos una Asamblea General robusta.
Habla sobre las resoluciones aprobadas por la Asamblea General, pero la diferencia principal, y la queja de muchos países, es que las decisiones de la Asamblea no son vinculantes. ¿Cree que eso ayudaría, o hay que esperar a una reforma del Consejo de Seguridad?
—No creo que debamos esperar a una reforma del Consejo de Seguridad. Todas las resoluciones adoptadas por el Consejo de Seguridad son legalmente vinculantes para todos los Estados miembros de la ONU. Pero si revisamos el historial, encontraremos que hay enorme cantidad de resoluciones aprobadas por el Consejo que siguen sin implementarse, aun teniendo fuerza legal. La razón de ello es que los Estados son soberanos. No se puede obligar a un Estado a honrar sus compromisos bajo el derecho internacional. Se les puede alentar, presionar, apelar (...)
Sin embargo, en el caso de la Asamblea General, cuyas resoluciones no son vinculantes, eso no significa que resoluciones no tengan consecuencias, o valor. Tienen un valor considerable porque constituyen una declaración por parte de los 193 Estados miembros; una declaración política de la opinión mayoritaria de la Asamblea General (...) la Asamblea General crea lo que llamamos soft law. No es vinculante, pero no es fácil de ignorar. Es una declaración, a nivel político, de la opinión predominante de la comunidad internacional sobre un asunto en particular, por lo que tiene un valor político considerable. Con suerte, los países implicados directamente implicados se apegarán a las recomendaciones de la Asamblea General y las cumplirán.
Hablemos de un caso en específico. Usted menciona que las resoluciones de la Asamblea crean leyes blandas. ¿Diría lo mismo en el caso de las resoluciones sobre Cuba, sobre el embargo cubano?
—Absolutamente. Está bien establecido en el derecho internacional que las medidas coercitivas, unilaterales son violación de ese derecho. Y hay 99% de apoyo en esa resolución de la Asamblea General sobre Cuba. Es una posición casi unánime en la Asamblea respecto de que las medidas coercitivas contra Cuba son injustas y deben levantarse. Pero (...) Estados son soberanos. Esas decisiones, la de seguir o no lo que dicen resoluciones, dependen de los países. La razón de las resoluciones es enviar un mensaje político fuerte al Estado en particular, respecto de los sentimientos de la comunidad internacional.
Hablemos de Latinoamérica. ¿Hay suficiente interés entre los países miembros de la ONU sobre lo que está pasando en la región, específicamente en Nicaragua, en Cuba, el tema de los migrantes, el tráfico de drogas?
—Cualquier cosa que viole la ley internacional o produzca estrés humano en sistema, preocupa a la ONU. Describió situación en algunos países de Latinoamérica, pero respuestas a estos problemas yacen en gobiernos de esos países. La regla en la ONU es promover siempre y alentar el cumplimiento de los valores y principios de la ONU, como están en la Carta de las Naciones Unidas, que es sobre promover la paz y la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo.
¿Qué le gustaría lograr en su periodo como presidente de la Asamblea General?
—Primero, que completemos los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Deben cumplirse para 2030, de acuerdo con el compromiso de la comunidad internacional. En paralelo, la prioridad es restablecer el orden internacional, la paz y la seguridad, porque cuando éstas existen, todos se benefician. No es posible enfocarse en el desarrollo en un contexto donde no hay paz, hay conflictos y guerras. Necesitamos invertir y promover más en la noción de que la paz es la mejor inversión que se puede hacer en aras del desarrollo y la estabilidad.