Estalló una batalla por la custodia entre los familiares de cuatro niños indígenas que sobrevivieron a un accidente aéreo y 40 angustiosos días solos en la selva amazónica, en una muestra extraordinaria de resiliencia juvenil que cautivó a personas de todo el mundo.
Los hermanos, cuyas edades oscilan entre 1 y 13 años, permanecieron hospitalizados el lunes y se esperaba que permanecieran allí por varios días más, un período que la agencia de protección de la infancia de Colombia está utilizando para entrevistar a miembros de la familia para determinar quién debe cuidarlos después de que su madre murió en el accidente del 1 de mayo.
Astrid Cáceres, titular del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, dijo que a los niños se les asignó una asistente social a pedido de sus abuelos maternos, quienes se disputan la custodia con el padre de los dos menores.
"Vamos a conversar, investigar, conocer un poco la situación", dijo Cáceres y agregó que la dependencia no ha descartado que ellos y su madre hayan sufrido abuso doméstico.
"Lo más importante en este momento es la salud de los niños, que no solo es física sino también emocional, la forma en que los acompañamos emocionalmente", dijo.
Los niños viajaban con su madre desde el pueblo amazónico de Araracuara hacia la localidad de San José del Guaviare el 1 de mayo cuando el piloto de la avioneta monomotor Cessna declaró emergencia por falla en el motor. La aeronave desapareció del radar poco tiempo después y comenzó la búsqueda de los tres adultos y los cuatro niños que iban a bordo.
Durante más de un mes, los niños sobrevivieron comiendo harina y semillas de yuca, así como algunas frutas que encontraron en la selva tropical, que conocían como miembros del grupo indígena Huitoto.
Fueron encontrados el viernes y trasladados en helicóptero a la capital, Bogotá, y luego a un hospital militar donde recibieron servicios psicológicos y otro tipo de apoyo. Los funcionarios han tratado de hacerlo de una manera culturalmente sensible, organizando ceremonias espirituales y alimentos a los que los niños están acostumbrados.