Con la muerte, a los 86 años, del exprimer ministro Silvio Berlusconi, termina una era en Italia. Marcó al país, no por sus reformas económicas, sino por su estilo de gobernar, de manejar los medios de comunicación y hasta el futbol. A lo largo de los últimos 50 años, definió la Italia moderna, que no se entiende sin él, para bien o para mal.
Berlusconi llegó a la escena política presentándose como alguien totalmente distinto a los políticos tradicionales y un hombre de negocios exitoso —más allá de las dudas sobre las posibles ilegalidades de su fortuna—. Mujeriego, un "macho italiano", un deseo marcó al hombre nacido en una familia de clase media milanesa en 1936: impresionar.
Rodeado de lujos, de mujeres exóticas y, sobre todo, jóvenes, Berlusconi transformó, antes que la política, la televisión italiana. Los programas se llenaron de mujeres de poca ropa, de chistes vulgares y "políticamente incorrectos". Así era Berlusconi, apodado "El Inmortal" porque los italianos lo han visto por décadas como una figura omnipresente. "El rey Berlusconi", que logró evadir a la justicia, las acusaciones de corrupción, hasta de prostitución por las fiestas sexuales —bunga bunga— en su villa de Arcore. Condecorado como Il Cavaliere en 1977 por su actividad inmobiliaria, nunca perdió ese apodo, aunque el título sí, en 2013, después de ser condenado por fraude fiscal y expulsado del Senado.
Sin duda, los escándalos que lo marcaron estuvieron relacionados con mujeres. El más conocido, el de Ruby Robacorazones, la joven marroquí Karima El Mahroug, de 17 años, con la que se relacionó y por la que casi termina en prisión. Tres juicios se derivaron del llamado Rubygate. Terminó absuelto por el delito de prostitución de menor —los jueces dijeron que no tenía por qué saber la edad de Ruby—, pero fue procesado por sobornar a testigos, la mayoría modelos y prostitutas.
Nueve años rigió El Caimán Berlusconi los destinos de Italia (entre 1994 y 2011, pero no en periodos consecutivos) como primer ministro, un cargo por el que apostó en aras de proteger sus negocios. Se negó a separarse de Mediaset y sus demás negocios. Fanático del futbol, fue 30 años dueño del AC Milan, que vivió con él tiempos de gloria. Berlusconi falleció siendo dueño del Monza, al que llevó a la Serie A por primera vez en su historia.
Fue Berlusconi el creador del populismo en Italia. Senador, diputado y fundador de Forza Italia, en realidad Berlusconi usó la política para su propia conveniencia. Fue ese pensamiento el que lo llevó a apoyar la guerra en Irak contra Saddam Hussein, la guerra en Afganistán, o a enviar aviones de combate para derrocar al libio Muamar Gaddafi, en 2011.
No fueron sus líos de faldas los que terminaron por destronar a Berlusconi, sino la crisis financiera de ese año. Aun así, se mantuvo activo en la política hasta el final. Incluso después de que se le diagnosticó leucemia.
La primera ministra Giorgia Meloni, cuyo gobierno se logró en parte gracias a la alianza con Forza Italia, elogió el "coraje" y "determinación" de su aliado, a quien consideró como "uno de los hombres más influyentes de la historia de Italia".
La gran duda es qué pasará con la fortuna de Berlusconi, quien tendrá funerales de Estado este miércoles en Milán y a quien el presidente Vladimir Putin calificó de "verdadero amigo". Según la revista Forbes, Berlusconi falleció dejando un patrimonio de 7 mil millones de euros, que se repartirán sus cinco hijos.