Rusia llevó a cabo un ataque masivo contra instalaciones energéticas en Ucrania durante la noche del viernes, utilizando decenas de misiles y drones, según informaron las autoridades ucranianas.
Este bombardeo afectó la capacidad del país para suministrar energía a sus ciudadanos y mantener en funcionamiento sus fábricas de armas en medio del conflicto con Moscú. El ataque no solo golpeó infraestructura energética, sino que también impactó zonas residenciales, dejando al menos 10 personas heridas.
El asalto ruso ocurrió pocos días después de que Estados Unidos suspendiera la ayuda militar y el acceso a inteligencia satelital para Ucrania, en un intento de presionar al país a aceptar un acuerdo de paz propuesto por el gobierno de Donald Trump.
La Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial de EU confirmó la suspensión del acceso ucraniano a imágenes satelitales comerciales, una medida que refleja la nueva directriz de la administración Trump sobre el apoyo a Ucrania.
La empresa Maxar Technologies, proveedora de estas imágenes, también confirmó la decisión, lo que limita la capacidad ucraniana de planear defensas y ataques contra las fuerzas rusas.
La incertidumbre sobre la continuidad del apoyo occidental ha aumentado la presión sobre Ucrania.
Los sistemas de defensa antiaérea suministrados por Occidente han sido clave en la resistencia ucraniana, pero la postura de Trump ha generado dudas sobre la futura asistencia militar de Estados Unidos.
En contraste, la Unión Europea acordó un plan para aumentar su gasto militar, anticipando la posibilidad de asumir una mayor responsabilidad en el conflicto.
Mientras tanto, el ejército ruso sigue avanzando en el campo de batalla, poniendo a prueba a las fuerzas ucranianas a lo largo de la extensa línea del frente.
Funcionarios de EU y Ucrania se reunirán en Arabia Saudita la próxima semana para discutir posibles soluciones al conflicto, que ya supera los tres años desde la invasión rusa a gran escala.
En respuesta a los ataques, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenski propuso un alto al fuego en el Mar Negro y la suspensión de ataques a infraestructura civil como primeros pasos hacia la paz.
Esta iniciativa fue respaldada por el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien llamó a detener de inmediato los enfrentamientos aéreos y marítimos.
Desde Moscú, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, justificó los ataques a la infraestructura energética ucraniana, afirmando que estos objetivos están vinculados al complejo militar-industrial del país.
En paralelo, el Ministerio de Defensa ruso aseguró haber derribado 39 drones ucranianos en su territorio durante la noche.
Según la fuerza aérea de Ucrania, Rusia lanzó un total de 67 misiles y 194 drones, centrando su ofensiva en instalaciones de extracción de gas natural. Las fuerzas ucranianas lograron derribar 34 misiles y 100 drones con sus sistemas de defensa, incluyendo el uso de aviones Mirage-2000 franceses, entregados recientemente, y los cazas F-16 proporcionados por Occidente.