El pasado 21 de abril, cuando la reina Isabel II de Gran Bretaña habría cumplido 98 años, se inauguró una estatua especial en su nombre. Los corgis, a los que la monarca tanto amó, no podían faltar.
Ubicada frente a la biblioteca local de Oakham, en Rutland, el condado más pequeño de Inglaterra, la estatua es una estructura de bronce. Mide dos metros de altura. Muestra a una reina joven, vestida de gala y con su corona en la cabeza.
Un detalle llama la atención. A los pies de la reina, aparecen tres corgis, rindiendo homenaje a la cercanía que estos perritos siempre tuvieron con la reina, fallecida en septiembre de 2022, a los 96 años.
Isabel II recibió su primer corgi como regalo cuando cumplió 18 años. Vio crecer a más de 14 generaciones de corgis, incluyendo los dorgis (mezcla de corhi con daschund). La monarca británica tuvo más de 30 corgis a lo largo de su vida.
La estatua fue diseñada por el escultor británico Hywel Pratley, quien comenzó con la elaboración un año antes. Desde el primer momento, según medios británicos, Pratley consideró incluir a los corgis en el monumento, para resaltar el cariño que les tenía la reina.
Más de 400 personas, algunas de ellas con sus perritos, asistieron a la inauguración. Sin embargo, la familia real fue la gran ausente.
El rey Carlos III tiene eventos limitados, que retomó apenas, después de ausentarse algunos meses, tras ser diagnosticado con cáncer, del que es atendido.
Su nuera, la princesa Kate Middleton, también fue diagnosticada con cáncer este año, por lo que es atendida y permanece alejada de la escena pública.