La guerra iniciada por Vladimir Putin en Ucrania puso fin a las actividades del narco mexicano en Odesa, región que un día fue la puerta de acceso de la cocaína, heroína y metanfetamina destinada a los mercados clandestinos de Rusia y Europa Oriental.
La misma suerte corrieron los emisarios de otros clanes delictivos, como los procedentes de Colombia, Georgia, Chechenia, Moldavia, Rumania, Bulgaria, Vietnam y China.
Aquellos que optaron por quedarse en el puerto, asediado por la artillería rusa y sometido a las restricciones del toque de queda, se encuentran actualmente en los circuitos del bajo mundo tratando de preservar los espacios de influencia que un día ostentaron.
"Antes de la invasión, los cárteles mexicanos desempeñaban un importante papel en el puerto de Odesa. Muchos de sus productos entraban a través del puerto de Odesa, llegaban en contenedores y después eran diseminados por el territorio ucraniano", afirma Fedir Sydoruk, coordinador del Observatorio Ucraniano de la Iniciativa Mundial contra la Delincuencia Organizada Transnacional.
Debido a que el mercado ucraniano es muy pequeño, la droga traficada por los cárteles mexicanos estaba dirigida esencialmente para los consumidores de Europa del Este, Europa Occidental, las repúblicas del Cáucaso y Rusia.
"¿Los cárteles mexicanos están desempeñando actualmente un papel en el mundo delictivo de Ucrania? No creo, pero hemos escuchado anécdotas muy raras; por ejemplo, hemos visto soldados latinoamericanos combatiendo en el frente y cuando se les pregunta por qué estás aquí contestan: 'Porque mi jefe así lo ordenó' (...) A uno de Colombia se le preguntó: '¿Qué sabes de Ucrania?', respondió: 'Nada'. Entonces, ¿Podemos decir que algo ocurre? No, pero ¿podemos decir que nada está pasando? Probablemente tampoco.
"La realidad es que atravesar el planeta para ir a un país porque así te lo instruyó tu jefe es una cuestión sobre la que hay que reflexionar", puntualiza. Las declaraciones de Sydoruk tuvieron lugar durante la presentación de un estudio en el que se examina las implicaciones de la guerra iniciada por Rusia el 24 de febrero de 2022 en el mundo delictivo de la ciudad de Odesa y la región de Besarabia, que limita al norte con el resto de Ucrania y al sur con Rumania.
La investigación sostiene que a pesar de que los misiles rusos han paralizado el puerto, la estructura criminal prevalece bajo los escombros a la espera de retomar las actividades delictivas una vez vuelva la paz.
Sydoruk asegura que el futuro de los cárteles mexicanos en este punto del hemisferio dependerá del desenlace del conflicto armado. Afirma que, de prevalecer Rusia y su mafia, habrá nuevamente oportunidades para las asociaciones delictivas mexicanas.
Explica que la mafia rusa no deja espacio para la competencia local, pero sí colabora con quienes les son útiles, son complementarios o no suponen una rivalidad.
"La infraestructura está allí, la gran pregunta es si la autoridad y la comunidad internacional van a permitirlo", indica Sydoruk.
APAGÓN
Odesa era para Ucrania lo que hoy son los puertos de Róterdam y Amberes para la Unión Europea (UE); el puente comercial con el resto del mundo y la ruta para abastecer al planeta de granos, aceites y fertilizantes. Por ahí salía 10% de los granos que se consumían en el planeta.
El puerto era igual de relevante en el mundo de la delincuencia transnacional. Constituía la puerta de ingreso de la cocaína enviada desde Sudamérica, así como de precursores químicos procedentes de China para la producción de drogas sintéticas en países como Holanda y la República Checa.
También era clave para la circulación de piratería originaria de Turquía, Georgia, China y Paquistán, así como un centro neurálgico para el tráfico de personas con fines de explotación sexual.
El contrabando de armas era otra actividad en auge antes de la tormenta de misiles rusos.
Todo estaba bajo control de los llamados "usurpadores de la ley", organizaciones mafiosas de estructura piramidal que surgieron en los campamentos penitenciarios soviéticos y que al paso de los años expandieron sus tentáculos a Rusia, Ucrania, Georgia y otros Estados postsoviéticos. De acuerdo con la investigación, el puerto era dominado por poderes paralelos que operaban a la sombra del Estado y en complicidad de autoridades corruptas.
Pero el mosaico delictivo que se fue construyendo a partir del colapso de la Unión Soviética colapsó ante la invasión rusa a gran escala.
El masivo aumento de las fuerzas de seguridad, la implementación de retenes y la introducción del toque de queda, transformaron la entidad en "un paraíso en la tierra, sin crimen alguno" durante los primeros meses del conflicto. "En Odesa se podía dejar el coche abierto por la noche y por la mañana seguía ahí", sostiene el reporte.
Como consecuencia, actualmente las rutas de tráfico ilícito están interrumpidas, no hay apetito por comercializar armas, los clanes que las poseen prefieren usarlas contra los rusos invasores, mientras que las trabajadoras sexuales enfrentan problemas relacionados con la ausencia de turistas y las restricciones de horario.
Algunas mujeres lograron emigrar a Países Bajos, Francia, Austria, Rumania, Moldavia y Bulgaria.
Como resultado de esta dinámica, para muchos delincuentes de Odesa, 2022 y lo que va de 2023, ha sido época de "vacas flacas" en la que han tenido que echar mano de las reservas financieras acumuladas en tiempo de abundancia. La delincuencia callejera ha vuelto, aunque a un ritmo muy inferior a los días de paz.
DOBLE FLUJO
Pero como suele ocurrir en toda crisis, la guerra también ha generado oportunidades para quienes lucran con el crimen.
Una de las actividades ilícitas florecientes en el contexto bélico es el tráfico de conscriptos, de personas que no están dispuestas a ir al campo de batalla.
El contrabando tiene lugar principalmente en la frontera con Rumania y Moldavia; en este último cruce fueron detenidos 293 hombres de edad de reclutamiento en los primeros cuatro meses del presente año. Las tarifas para escapar de la movilización van de 3 mil a 15 mil dólares.
También hay un aumento en el tráfico de drogas baratas particularmente de catinonas sintéticas conocidas como salts, incluyendo la alpha-PvP. Los estimulantes son producidos principalmente en instalaciones locales improvisadas, tienen un costo de 5 euros por dosis y son usadas por soldados para mantenerse despiertos.
Hacia al frente de batalla hay además contrabando de cigarros y alcohol, aunque los camellos que transportan la mercancía no vuelven vacíos, a su retorno regresan con mercancías usurpadas de las localidades ocupadas, especialmente oro.
Debido a la volatilidad del conflicto, los analistas no están en condiciones de anticipar lo que viene. Sin embargo, preocupa el futuro de los veteranos de guerra, hay temor de que terminen enrolados en organizaciones criminales, formen sus propios clanes o se alquilen como gatilleros.
Otra inquietud tiene que ver con el desplazamiento de los criminales que operaban en Ucrania hacia los países de la UE.
"Una fuente del hampa estimó que 70% de los delincuentes que huyeron a Europa probablemente allá se queden incluso una vez finalice la guerra, y es probable que pasen del hurto y el robo a operaciones delictivas más severas como las armas y las drogas", indica el documento.
"El reto es simplemente hacerse de las conexiones adecuadas: por el momento, los delincuentes ucranianos en Europa no saben con quién hablar, pero cuando encuentren soluciones, crecerán", puntualiza.