Madrid, España.-Lo anunció el «New York Post» en la madrugada del 5 al 6 de enero: Kim Kardashian (40 años) y Kanye West (43) han iniciado el proceso de divorcio. Que el rapero y la estrella de la televisión americana hacían vidas por separado desde hace algo más de un año, era de dominio público. Y si no se pronunciaron entonces sobre su distanciamiento, tampoco parece que lo vayan a hacer ahora tras darse a conocer su ruptura definitiva. En este tipo de situaciones, cuando los personajes son públicos, lo habitual es que ambos emitan un comunicado conjunto o que guarden silencio, todo depende de la sintonía que haya entre ellos al inicio del divorcio.
De Kanye se ha sabido poco, por no decir nada, en las últimas semanas. No hay imágenes de él por la calle tomadas por algún fotógrafo y tampoco se sabe con quién ha pasado los días de Navidad. El rapero lleva desde el 4 de noviembre sin dar señales de vida en sus perfiles en las redes sociales.
Se desconoce si su estrepitoso fracaso electoral le hizo a Kanye tocar fondo y por eso ha desaparecido. Lo que sí se sabe es que la carrera presidencial del rapero fue «la gota que colmó el vaso» para Kim, quien hasta ese momento había luchado por salvar su matrimonio.
Precisamente por su trastorno bipolar, estos últimos días se ha especulado en algunos medios estadounidenses con la posibilidad de que Kanye se encuentre ingresado en alguna institución mental.
Quizá uno de los requisitos para establecer un régimen de visitas con sus hijos sea que un médico siga la evolución de su caso y su tratamiento. Otras informaciones sitúan al rapero en su rancho de Wyoming, donde lleva viviendo desde hace más de un año.