Una mujer halló a unos gatitos en una cueva que trataban de alimentarse de su madre muerta. Entonces decidió llevárselos a casa. La hembra murió, pero el macho sobrevivió. Cuando lo llevó al veterinario se dio cuenta que no se trataba de un simple gatito, sino de un puma yaguarundí.
Florencia estaba en el río de pesca con su hermano cuando escuchó un ruido. Al principio pensó que se trataba de unos pajaritos que habían caído del nido, pero al llegar al lugar se encontró con una pequeña cueva y en su interior encontró a dos gatitos- de una semana de vida, aproximadamente -amamantándose de su madre muerta.
Al parecer la madre había sido atacado por otro animal. Al ver la escena Florencia decidió adoptar a los felinos, una hembra y un macho, al que llamó Dani y Tito respectivamente. Dani murió, y Tito la seguía a todos lados y hasta dormía con ella. Lo que nunca se imaginó era que ese lindo gatito era un puma.
Al principio el veterinario no sabía que clase de felino era. Entonces llevaron Tito a una reserva animal donde un especialista les dijo que se trataba de un puma yaguarundí.
Como es natural, ella estaba encariñado con él, pero estaba decidida a devolverlo a su hábitat natural. El pequeño puma de tres meses fue trasladado a la reserva Horco Molle para ser atendido, pues tiene una pequeña lesión en una de sus patas traseras, será rehabilitado y luego liberado.
El puma será entrenado para que pueda adaptarse al cambio y sobrevivir en estado salvaje.
Florencia no está de acuerdo en que las personas tengan como mascotas animales salvajes. Además la reserva la felicitó por liberar a Tito