Monterrey, NL.-A través del panel “El Tec de Monterrey y su esfuerzo por romper el techo de cristal”, docentes y una alumna del instituto, compartieron reflexiones en torno a la inclusión de la mujer en diversas áreas tanto académicas como laborales.
Al utilizar la expresión “techo de cristal” como una metáfora que asemeja el límite invisible que se enfrentan las mujeres en la vía pública que dificulta sus posibilidades de tener puestos de alta dirección, en el Tec de Monterrey se han implementado diferentes metodologías para romper las barreras que impiden el crecimiento y presencia de ellas en puestos directivos.
De acuerdo con datos de la Vicepresidencia de Inclusión, Impacto Social y Sostenibilidad del Tecnológico de Monterrey, muestran una menor brecha en el tema al pasar del ocho por ciento a un 20 por ciento de mujeres que ocupan un cargo directivo dentro de la institución.
Así mismo, mencionaron que de un 37 por ciento, pasaron a un 50 por ciento de mujeres en mandos medios, mientras que, en la Escuela de Ingeniería y Ciencias, el 29 por ciento de profesores de tiempo completo y cátedra son ahora mujeres.
Gabriela Ortiz, coordinadora de la iniciativa Mujeres en Ingeniería y Ciencias; Jessica Cisneros, estudiante de la Inge-niería en Mecatrónica; y Luz María Martínez, profesor investigador titular del Departamento de Ciencias, reconocieron que el empoderamiento de mujeres en cargos públicos no se daría de no ser por las acciones toma-das por la institución para permitir un avance significativo.
“Una de las acciones que lo-gramos el año pasado desde la Escuela de Ingeniería y Cien-cias fue el programa de Mujeres en la Ingeniería y Ciencias (MIC) donde ofrecimos webinars a través del Observatorio de Innovación Educativa”, co-mentó Gabriela Ortiz.
“Diría que el mayor hallazgo de MIC ha sido que juntas podemos hacer más y que juntas podemos acercarnos no importa la edad que tengamos”, explicó la también profesora.
Por su parte la profesora Luz María Martínez compartió cómo ha sido su experiencia en el ámbito de la investigación, con obstáculos basados en estereotipos que proceden principalmente del entorno familiar y educativo.
“Todas las mujeres de mi generación que nos graduamos hace 30 años tuvimos que vencer diferentes barreras. La juventud a veces se puede percibir como vitalidad, pero también se puede percibir como una inexperiencia entonces teníamos que trabajar súper duro para que nuestro trabajo fuera visible y lograr credibilidad”, expresó.