CIUDAD DE MÉXICO, noviembre 22 (EL UNIVERSAL).- La inflamación, una respuesta natural del cuerpo para combatir infecciones o sanar tejidos dañados, es un proceso vital para nuestra salud. Sin embargo, cuando se vuelve crónica, puede transformarse en un factor de riesgo para enfermedades graves como el cáncer, las enfermedades cardíacas, la diabetes e incluso el Alzheimer. Pero, ¿qué causa la inflamación crónica y cómo influye nuestra dieta en este proceso?
Según la Universidad de Harvard, la inflamación es una reacción del sistema inmunológico que se activa al identificar elementos extraños como microbios, alérgenos o sustancias químicas. En estas situaciones, es un mecanismo de defensa que nos protege. Sin embargo, cuando esta respuesta persiste en el tiempo sin una amenaza real, puede volverse perjudicial.
"Muchas enfermedades importantes que nos aquejan (incluidos el cáncer, las enfermedades cardíacas, la diabetes, la artritis, la depresión y el Alzheimer) se han relacionado con la inflamación", explica Harvard Health. Este estado inflamatorio continuo puede dañar tejidos sanos y contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas.
La alimentación desempeña un papel crucial en la regulación de la inflamación. Algunos alimentos pueden desencadenar o empeorar este proceso, acelerando el riesgo de desarrollar enfermedades inflamatorias.
De acuerdo con el Dr. Frank Hu, profesor de nutrición y epidemiología de Harvard, los principales culpables en la dieta son:
Carbohidratos refinados, como pan blanco y pasteles.
Alimentos fritos, incluyendo papas fritas.
Bebidas azucaradas, como refrescos.
Carnes rojas, incluyendo hamburguesas y filetes.
Carnes procesadas, como salchichas y embutidos.
Margarina y grasas trans, presentes en manteca vegetal y manteca de cerdo.
Estos alimentos, además de contribuir a la inflamación, están relacionados con problemas de salud como obesidad, diabetes tipo 2 y colesterol alto. "No es sorprendente, ya que la inflamación es un mecanismo subyacente importante para el desarrollo de estas enfermedades", afirma el Dr. Hu.
Incorporar alimentos antiinflamatorios en la dieta puede ayudar a reducir el riesgo de inflamación crónica y sus efectos negativos en la salud.
Entre las opciones más recomendadas están:
Frutas y verduras coloridas, ricas en antioxidantes.
Granos integrales, que aportan fibra y nutrientes.
Legumbres, como lentejas y garbanzos.
Grasas saludables, especialmente el aceite de oliva.
En un mundo donde la alimentación ultraprocesada domina, la elección consciente de alimentos antiinflamatorios puede marcar la diferencia. No se trata solo de lo que comemos, sino de cómo esas elecciones impactan en nuestra calidad de vida.