La Unción de Enfermos es uno de los siete Sacramentos, y, como todos, es un signo del amor de Dios que da una gracia especial para poder vivir la vida ordinaria de manera extraordinaria.
La Unción de Enfermos da a quien la recibe una gracia sobrenatural para enfrentar el sufrimiento y el dolor con fortaleza.
Aunque no la llama así, el Apóstol Santiago se refiere a ésta: "¿Sufre alguno entre vosotros? Que ore... ¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados." (Stg 5, 13-15).
Desafortunadamente es el Sacramento menos comprendido y más mal aprovechado. Por un lado hay fieles que le tienen ´mello´ porque creen que sirve para que ya se muera un enfermo, y por otro lado hay quienes acuden a recibirlo, sin necesitarlo, cada vez que en su parroquia hay Misas para enfermos. Ambos casos son un error.
En el primer caso, cabe aclarar que este Sacramento es llamado ´extrema Unción´, sólo cuando lo recibe una persona grave o moribunda. Pero no sirve para darle el ´tiro de gracia´, qué disparate. Es una ayuda espiritual invaluable pues concede el perdón de los pecados. No hay que posponer recibirlo. Podría ser demasiado tarde.
A una amiga suya cuyo esposo estaba grave, mi mamá le sugirió llamar a un padre a que le pusiera la Unción. Su amiga le dijo: ´ay no, se vaya a asustar´. Y mi mamá, que tenía mucha ´chispa´ para dar respuestas de bote-pronto, le replicó: ´más vale que se asuste aquí y no allá´ (haciendo referencia a que pronto enfrentaría su juicio personal ante Dios y más le valía presentarse con sus pecados perdonados).
En el segundo caso, cabe aclarar que es un abuso del Sacramento recibirlo por un malestar cualquiera. Este Sacramento es especial para quienes se van a someter a una cirugía, para enfermos graves, para mamás que están próximas a dar a luz; para personas de edad muy avanzada y para todo aquel que esté viviendo una situación de dolor y enfermedad que requiera la sanación y el bálsamo para el alma que ofrece este maravilloso Sacramento.
La persona es ungida en su cabeza y en sus manos con el óleo santo (que se bendijo la mañana del Jueves Santo en la Misa Crismal en Catedral). El sacerdote ora por ella imponiéndole las manos sobre su cabeza. Las oraciones que dice son ¡bellísimas! Pide que Dios perdone los pecados de la persona ungida y le dé paz; salud de alma y de cuerpo.
Quien recibe este Sacramento siente lo que sentían los enfermos cuando Jesús se acercaba a ellos para llevarles paz y consuelo, pues es Él mismo el que viene a su lado a confortarlos.
Conviene aclarar que no hay que recibir la Unción con mentalidad supersticiosa, pensando que la persona sanará sí o sí. Dios es infinitamente sabio y bueno, y puede permitir una enfermedad porque se obtendrá un gran bien espiritual. La Unción de Enfermos no es ´magia´ ni garantiza que quien lo reciba va a sanar. Lo que sí es seguro es que sentirá esa profunda paz interior que sólo Dios puede dar.