CIUDAD DE MÉXICO.- "Para mí esta exposición es prueba de que Joy Laville sigue viviendo", dijo Trevor Rowe, hijo de la artista de origen inglés, pero que se nacionalizó mexicana y falleció en 2018. Este 7 de septiembre, Laville habría cumplido 100 años.
Para conmemorar el centenario de la pintora, el Museo de Arte Moderno presenta "Joy Laville. El silencio y la eternidad", una exposición donde casi la mitad de las obras (que son en formato pintura y escultura) son obras inéditas. Pero no sólo son obras que no habían sido mostradas al público, sino que son las piezas más queridas de Laville, quien las guardó con recelo en su casa en Jiutepec, Morelos.
"Lamento que mi mamá no esté aquí con nosotros para disfrutar este evento. Como muchos migrantes, ella llegó a México con casi nada, pero con sus propios sueños de convertirse en artista. Los primeros años no fueron fáciles. Me acuerdo de que los domingos tomábamos el autobús flecha amarilla en San Miguel de Allende, para llegar al parque Sullivan, montar su puesto y vender su obra", recordó Rowe sobre cómo fue su infancia con la prolífica artista.
La exposición, que se realizó en colaboración con la Galería de Arte Mexicano, reúne 89 obras en las que predominan los colores pasteles como el malva, lila, rosa, el verde pasto y el azul cielo. Los desnudos, los espacios domésticos, los paisajes y las invitaciones a la introspección que hace la artista en su trabajo, convierten a la Sala Gamboa del MAM el espacio ideal para escapar de la caótica CDMX en el verano.
Carlos Segoviano y Lucía Peñalosa fueron los encargados de hacer la curaduría para la muestra. Señalaron que el objetivo de esta exposición no era hacer una retrospectiva. "Su obra es más profunda por tener elementos como lugares que llevan al silencio, la meditación y a una fantasía muy sutil", dijo Segoviano en una entrevista previa.
El espacio que lleva al silencio y la meditación en particular es el de "El sentimiento oceánico", en el que se exhiben las obras que hizo Laville sobre el mar. En estos cuadros, las personas y los otros elementos presentes se muestran minúsculos, en comparación al mar azul. El montaje en conjunto de estas obras da la impresión de que el mar es más inmenso.
Amor y tragedia
En los cuadros de Joy Laville hay un elemento que después de 1983 se hace más recurrente: un avión. En muchos de los paisajes de Laville se avista a la distancia a un avión sobrevolando.
Este elemento adquirió un significado trágico, pues el esposo de Joy Laville, el escritor Jorge Ibargüengoitia falleció en un accidente aéreo en 1983. Esto llevó a que la artista dejara México y se alejara de la pintura durante un periodo. A su regreso, el avión ya era una constante en su obra y si bien se trató de forma sutil, en una de las acuarelas inéditas se muestra una obra de un avión en la playa, con líneas de un rojo tenue (el rojo era un color que siempre le costó trabajo usar a Laville). De acuerdo con Peñalosa, es la obra en la que hace referencia de forma más explícita el trágico accidente.
Pero la presencia de Ibargüengoitia en la exposición también está presente en una significativa colaboración que tuvo con su esposa. En el núcleo "Un gesto gráfico" se reúnen los libros que publicó Jorge Ibargüengoitia y cuyas portadas fueron realizadas por Laville. Junto a los libros, se exhiben los bocetos y acuarelas que hizo la artista, antes de llegar a la idea final.
"Joy Laville. El silencio y la eternidad" estará abierta al público en el Museo de Arte Moderno hasta el 29 de octubre.
Para conmemorar el centenario de la pintora, el Museo de Arte Moderno presenta Joy Laville.
Museo de Arte Moderno celebra el aniversario de Joy Laville
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