Este 2023 ha sido designado el Año de Francisco Villa, una efeméride instaurada por el Gobierno de México en la administración pública, incluida la Secretaría de Cultura federal, cuyo objetivo es contribuir a que la vida y la obra de Doroteo Arango y Arámbula “Francisco Villa” (1878-1923) sean estudiadas, comprendidas y divulgadas en su justa dimensión.
Para la investigadora de la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Martha Eva Rocha Islas, el que esta declaratoria se acompañe de la leyenda: ‘el revolucionario del pueblo’, es trascendente.
“Junto con Emiliano Zapata, Villa es el único caudillo de extracción popular que luchó durante la Revolución Mexicana por una auténtica transformación, impulsando programas de justicia social que fueran benéficos para campesinos y obreros, es decir, para las clases más numerosas y empobrecidas de México, al despuntar el siglo XX”.
Francisco Villa fue un destacado protagonista de la década de 1910 a 1920, reconocido como el estratega que organizó la poderosa División del Norte y tomó parte fundamental de las tomas de Torreón y de Zacatecas, entre otras decisivas batallas, refiere la historiadora.
Tras la firma de los Tratados de Sabinas, en julio de 1920, el Centauro del Norte aceptó deponer las armas y retirarse a la Hacienda de Canutillo, un paraje duranguense que se encontraba prácticamente en ruinas a su llegada y de sus oficiales cercanos. Allí, pondría en práctica una serie de medidas encaminadas al desarrollo agrícola y a la educación de los trabajadores y habitantes de Canutillo, así como de los hijos e hijas de todos ellos.
Para la académica de la DEH, este pensamiento agrario y educativo de Francisco Villa es aún poco conocido por la población en general. “Lo que algunas veces se difunde es una leyenda negra, promovida desde aquellos años y que él mismo buscó dejar atrás”.
Si bien, agrega Rocha Islas, “los hombres no son en blanco y negro”, y en textos como las entrevistas que Villa concedió a periodistas como Regino Hernández Llergo, de El Universal, y Sophie Treadwell, del New York Tribune, aceptó haber matado hombres como soldado, también enfatizó su deseo de que la gente conociera la verdad en torno a él, lejos de epítetos como los de ‘bandido’, ‘asesino’ o ‘enemigo de los americanos’.
Precisamente, uno de los motivos que se especula contribuyó a la confabulación de su asesinato en Parral, Chihuahua, el 20 de julio de 1923, fueron diversas declaraciones concedidas a Regino Hernández durante su estancia de una semana en Canutillo, referentes a la cuestión presidencial y a su preferencia por Adolfo de la Huerta, como sucesor de Álvaro Obregón.
“Dedicar este 2023 a la memoria de Villa, contribuirá a que, de la mano de coloquios, conferencias, exposiciones y otras actividades académicas, se difundan las investigaciones escritas acerca de él y de su movimiento”.
En este sentido, la autora de publicaciones como Los rostros de la rebeldía. Veteranas de la Revolución Mexicana, 1910-1939 (2016) destaca el desarrollo que en las últimas décadas ha tenido la historiografía de la Revolución, abocada a explicar no solo a personajes como Villa o Zapata, sino a los demás partícipes de cada movimiento.
En la actualidad, finalizó, muchas investigaciones han incorporado la perspectiva de género a fin de reflexionar sobre el papel de las mujeres en el proceso revolucionario, trascendiendo de los textos que se enfocaban en las ‘soldaderas’ como acompañantes pasivas de los hombres, para estudiar a las enfermeras que integraron brigadas sanitarias, a las maestras y profesionistas que actuaron como propagandistas de los diversos bandos e, incluso, a las que llegaron a tomar las armas, aunque en menor proporción.