CIUDAD DE MÉXICO.- Las ballenas, conocidas como los gigantes del océano, son fascinantes no solo por su tamaño, sino también por su sorprendente longevidad.
Algunas especies pueden vivir más de un siglo en estado salvaje, lo que las convierte en uno de los animales más longevos del planeta.
La bióloga María L. Thomann, manifiesta que en su hábitat natural, las ballenas tienen el potencial de vivir entre 50 y 90 años en promedio, aunque ciertas especies, como la ballena de Groenlandia, pueden superar los 200 años.
Su longevidad depende de factores como:
Depredadores: Aunque las ballenas adultas enfrentan pocos depredadores, las orcas y tiburones pueden atacar a los ejemplares jóvenes, enfermos o ancianos.
Enfermedades y parásitos: Pueden reducir significativamente su esperanza de vida.
Disponibilidad de alimento: La sobrepesca y el cambio climático, que afectan las cadenas tróficas, representan una amenaza importante.
Actividad humana: El ruido de los barcos, los químicos, plásticos y microplásticos, así como las colisiones con embarcaciones, impactan su salud y longevidad.
Calentamiento global: Cambios en su hábitat y alimentación debido al aumento de la temperatura de los océanos alteran sus patrones de vida.
Ballena azul: Entre 70 y 90 años.
Ballena de Groenlandia: Más de 200 años, líder en longevidad.
Ballena jorobada: Entre 40 y 80 años.
Cachalote: Hasta 70 años.
Ballena franca austral y gris: Entre 50 y 70 años.
Ballena minke y sei: Entre 40 y 60 años.
Beluga y narval: Entre 35 y 60 años.
El cautiverio, en contraste, reduce drásticamente la esperanza de vida de las ballenas. La falta de espacio, estrés, dietas artificiales y condiciones no naturales limitan su longevidad. Especies más pequeñas, como las belugas, pueden vivir entre 20 y 30 años en cautiverio. Las ballenas grandes, como las jorobadas o las azules, rara vez sobreviven en estas condiciones debido a sus necesidades biológicas y tamaño.
Conservar a las ballenas no solo es crucial para su supervivencia, sino también para la salud de los océanos. Como depredadores y reguladores del ecosistema marino, desempeñan un papel fundamental en el ciclo del carbono y en la estabilidad del clima.
Su longevidad y resistencia son un recordatorio de la importancia de preservar la biodiversidad marina y de implementar medidas efectivas para protegerlas de las amenazas humanas. Solo así podremos garantizar que estas criaturas extraordinarias sigan siendo un símbolo de vida en los océanos durante siglos más.