Julia Garza Almaguer: universitaria ilustre a favor de las mujeres

La profesora dejó un legado marcado por el impulso en la formación profesional de las mujeres de la región.

Desde niña, Julia Garza Almaguer disfrutaba jugar con sus amigas a la escuelita, donde el papel que ella interpretaba era el de directora. 

Originaria de Santiago, Nuevo León, Julita, como le decían de cariño, nació el 13 de enero de 1885 en la Hacienda El Huajuquito.

Bajo la guía de sus cuatro hermanas mayores y con el apoyo de sus padres, Severiano Garza y Guadalupe Almaguer, Julia Garza fue una universitaria ilustre que hoy es recordada por el legado que dejó en la Universidad Autónoma de Nuevo León. 

Aunque desde niña se vio condicionada en su formación educativa, pues en su lugar de origen solo existían escuelas para varones, su pasión por el aprendizaje la llevó a romper todas las barreras hasta alcanzar su mayor sueño: ser maestra.

"Su educación básica fue en su casa, de hecho, recibió la educación por parte de su hermana mayor y ya después para su formación profesional se trasladó a Monterrey junto a sus hermanas Carmen y Alejandrina", explicó Érika Flores Escalona, jefa del archivo histórico de la Escuela Industrial y Preparatoria Técnica Pablo Livas.

"Ingresó a la Normal Superior y es donde inició ese lado de la docencia. En 1939 ingresó a la Escuela Industrial, en ese momento Femenil Pablo Livas, donde vino a cumplir el rol de maestra y pocos años después fue elegida como directora", agregó.

SER MAESTRA FUE MI ÚNICO ANHELO

Ser maestra fue mi único anhelo. Mis pláticas y mis juegos infantiles expresaban siempre aquella ilusión; yo describía fantásticos cuadros escolares que forjaban mi imaginación y mis padres se extasiaban con el relato de mis sueños de maestra. El profesor de la Escuela de Niños, única que había en la hacienda, me dio clases particulares, y a los ocho años de edad pude ingresar al quinto año en la escuela de Villa de Santiago. Allí crecieron mis ilusiones y mis esperanzas: la maestra me hablaba de la Escuela Normal de Monterrey; mi fantasía forjaba el porvenir deseado y la fe me mantenía seguridad de la realización de mis sueños.

Una tarde, inesperadamente, se detuvo a la puerta de mi casa una extraña diligencia: llegaba de Monterrey una familia amiga acompañada de dos señoritas profesoras: Lucita Benavides y su sobrina María Benavides. ¡Con qué júbilo las recibimos!; no sé qué misterioso pensamiento me hizo ver en ellas las magas que habían de transformar mi vida aldeana tal como yo lo deseaba.

Y así fue: doña Lucita y Mariquita allanaron las dificultades que nos oponían, y un año después yo vivía en Monterrey con mis dos hermanas mayores; cosíamos costura "de pacota" para ayudarnos a vivir.

Transcurridos tres años consideré que ya no les era indispensable a mis hermanas mi cooperación; me presenté con Lucita un día y le dije resueltamente: "yo quiero ser maestra".

Su vocación formativa llevó a Julia a sugerirle a su hermana Alejandrina diseñar un método ingenioso de corte que luego se tradujo en un libro práctico para el aprendizaje y que permitió el impulso de casas de moda y talleres de costura.

IMPULSA LA PROFESIONALIZACIÓN FEMENINA

De agosto de 1942 a marzo de 1959, Garza Almaguer fue directora de la entonces Escuela Industrial Femenil Pablo Livas, hoy Escuela Industrial y Preparatoria Técnica Pablo Livas de la UANL.

Durante su gestión, la maestra Julia trascendió por su trabajo a favor de las mujeres. En el plantel creó el Taller de Costura Industrial para especializar a las obreras en las distintas ramas de la costura.

Este proyecto de sustentar la escuela sobre una base industrial resultó esencial en una entidad fabril como Monterrey.

"Se hicieron muchas otras cosas con anterioridad, pero Julia estaba empezando a romper ese esquema. Ya no nada más seguir capacitando a la mujer para que fuera una buena ama de casa, una buena esposa, buena hija, sino también para que fuera una buena profesionista", señaló la historiadora Érika Flores Escalona.

La maestra Julia consagró su vida a elevar el desarrollo cultural, moral y económico de generaciones de mujeres como educadora y directora en la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Entre sus aportaciones también destaca la creación del curso de Nutriología, que marcó el inicio de la enseñanza de la alimentación científica en la entidad y que después dio paso a la actual Facultad de Salud Pública y Nutrición de la UANL.

DE PROFESORA Y DIRECTORA A CONSEJERA UNIVERSITARIA

Durante 16 años Julia Garza fue consejera ex officio desde el primer Consejo Universitario de la UANL, cuando se restableció la institución educativa en 1943 y hasta su muerte en 1959. Siendo previamente consejera en el Consejo de Cultura Superior en 1942, año en que asumió la dirección del plantel.

 "Siempre fue una voz orientadora del camino que debería seguir la institución, ya no solo en el nivel de formación de la mujer, sino del proyecto universitario. Era un elemento que abrazaba a toda la comunidad, era muy influyente", aseguró Edmundo Derbez García, coordinador del Centro de Documentación y Archivo Histórico de la UANL.

Julita, como incluso el entonces Rector Raúl Rangel Frías la nombraba, fue una gran colaboradora del Patronato Universitario en la venta de boletos y talonarios de la Siembra Cultural en pro de la construcción de Ciudad Universitaria.

Por su labor de más de 50 años de servicio ininterrumpido en el magisterio, la maestra Julia Garza recibió de manos del Presidente Adolfo Ruiz Cortines la Medalla Altamirano en 1956, máxima distinción que obtiene un profesor en el país.

A la edad de 73 años, un primero de marzo del año 1959 falleció Julia Garza. Para rendir homenaje a su figura, la Preparatoria Pablo Livas organiza cada año una semana dedicada a la exdirectora. Dichas actividades culminan el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Este año se conmemora el 65 aniversario luctuoso de la destacada profesora nuevoleonesa.