¿Qué es hacernos como niños? Cada 30 de abril, ´día del niño´, vienen a la mente dos cosas que nos pidió Jesús.
La primera, que llamemos ´Padre´ a Dios (ver Mt 6,9), y usó la palabra ´Abbá´, que significa papá, papi, pa, y es el primer balbuceo de un chiquito que apenas empieza a hablar. Es decir, que Jesús nos enseñó a hablar a Dios con la candidez de una criatura.
La segunda, es que nos pidió hacernos como niños o no entraremos en el Reino de Dios (ver Mt 18, 3). De nuevo, es evidente que se refería a tener con Dios una relación como la que tienen los niños pequeños con su papá.
Y podemos preguntarnos, ¿a qué se refería Jesús? Porque eso de ser como niños tiene sus ´asegunes´, pues algunas características infantiles son muy buenas, pero hay otras que no nos convendría imitar.
Vivir en actitud de niño todos los días
Por ejemplo, una actitud de hacernos como niños que sin duda quiere Jesús que aprendamos de los niños pequeños es la confianza en su papá. La otra noche lloviznaba y vi a un papá que llevaba en brazos a su bebé mientras caminaba apurado, saltando charcos, atravesando la calle. Él se veía tenso, pero su chiquito iba feliz, confiado, no se preguntaba por qué iban por allí, o si llegarían con bien. Se dejaba llevar, se sentía protegido.
Nosotros en cambio no siempre creemos que Dios tiene un plan, que todo lo permite por algo. En cuanto pasa lo que no esperamos o queremos, lo cuestionamos, le reclamamos, incluso lo abandonamos. Nos hace falta confiar como confiaba ese chiquito, tener la certeza de que, aunque nosotros no sepamos qué pasa o por qué, Dios sabe y eso basta.
Y la confianza no sólo ha de consistir en creer en Él sino en creerle a Él. Unos amigos tienen un niño preguntón, y me di cuenta de que todo lo que su papá le contestó, lo tuvo por cierto. No dudó, no lo cuestionó, no creyó saber más que su papá. Nos hace falta aprender a fiarnos así de Dios, creer en Su Palabra, dejarnos iluminar por Ella, y nunca pensar que sabemos mejor que Él lo que nos conviene.
Las lecciones de vida
Por otra parte, me tocó ver el otro día en una tienda la tremenda pataleta que armó un niño al que por lo visto su papá no le quiso dar gusto en algo, tal vez porque quería que le comprara algo muy caro o que no le convenía. Gritaba, aullaba, lloraba, pataleaba, se tiró al suelo y llegó incluso a darle manotazos y patadas a su papá que intentaba ayudarlo a ponerse de pie. He ahí una conducta infantil que de seguro Jesús no tenía en mente cuando nos pidió ser como niños, pero en la que desgraciadamente mucha gente cae en relación con Dios. Cuando Él no les concede lo que le han pedido, sobre todo si es algo que realmente anhelan, como que sane o viva un ser querido, se sienten defraudados, frustrados, furiosos y en algunos casos deciden sacarlo de su vida, pretender que no existe, no volver a dirigirle la palabra. Creen que lo castigan, pero se castigan a sí mismos, privándose de Su amor y consuelo.
Vivir emberrinchinados no los hará felices, necesitan renunciar a su orgullo, dejarse levantar, abrazar y reconocer que lo que decide es lo mejor, aunque de momento cause dolor.
Éstos son sólo dos ejemplos, el tema se presta para mucho más. Procura tomar un tiempo para reflexionar qué otras actitudes de los niños le gustaría a Jesús que imitaras, y cuáles querría que evitaras.