Fallece el pintor Wayne Thiebaud

Viudo desde 2015, le sobreviven dos hijas, un hijo y seis nietos

Washington, EU.- Wayne Thiebaud, el pintor que elevó los donuts, las piruletas, el cucurucho de helado y las tartas de cumpleaños a la categoría de arte y de paso capturó la sensación de euforia de la posguerra en Estados Unidos, ha muerto el pasado fin de semana en Sacramento a los 101 años, informó su galería neoyorquina, Acquavella, que lo definió en una comunicación en sus redes sociales como “un icono americano” que “vivió con pasión y determinación, inspirado por su amor por la enseñanza, el tenis y, sobre todo, la pintura”. No ha trascendido la causa de la muerte.

Asociado generacionalmente con la corriente del arte pop, Thiebaud, quien, como sus contemporáneos, se inspiró en la cultura de masas de la América de la posguerra, optó por un acercamiento a los modelos de los que partía menos cínico que, pongamos, el de Andy Warhol. Si algún sentimiento reina en sus composiciones limpias, llenas de color, es la nostalgia.

Nacido en Mesa (Arizona) en 1920 y criado en una familia mormona al sur de California, vivió los años de la Gran Depresión. Y de aquellas privaciones le quedó ese gusto por aproximarse a la hora abundante del postre estadounidense como un vedutista veneciano del settecento. La contemplación del mostrador de una pastelería fue para Thiebaud su Gran Canal particular. Esa parte de su obra, imprescindible en las colecciones de los museos estadounidenses, opacó el resto de su producción, pese a que también se desempeñó como retratista y como un original paisajista.

Sin formación académica previa, empezó a pintar profesionalmente para Disney a finales de los años 30; dibujaba intertítulos para las historias de Pinocho o Goofy. En la II Guerra Mundial trabajó como ilustrador para un periódico del Ejército del Aire. A su vuelta a casa se inscribió en la Universidad. Conoció brevemente en Nueva York a Willem De Kooning, al que solía citar como una de sus influencias. Es fácil también rastrear en su arte, basado en el detalle y el perfeccionismo, referencias a los bodegones de Giorgio Morandi o al optimismo cromático de Sorolla, que disfrutó de gran fama en Estados Unidos.

A sus 101 años pasaba la mayoría de los días en el estudio, alentado por, como solía decir con su característica humildad, “esta fijación casi neurótica de intentar aprender a pintar“. Una retrospectiva itinerante organizada por el Crocker Art Museum en Sacramento, recorre Estados Unidos para conmemorar su centenario. Wayne Thiebaud 100: Paintings, Prints, and Drawings está en cartel ahora mismo en el McNay Art Museum de San Antonio, en Texas.

Viudo desde 2015, le sobreviven dos hijas, un hijo y seis nietos.