Durante la apertura de la nueva sede de la asociación civil Escritores en Lenguas Indígenas, Ascención Hernández, viuda de Miguel León-Portilla (1926-2019), agradeció “por todo lo que se ha dicho de mi esposo, muchas palabras, todas ellas bastante bonitas”, y afirmó que a él le hubiera gustado estar hoy ahí.
La viuda del filósofo, lingüista, historiador y férreo defensor de los pueblos indígenas, su lengua y su cultura, destacó que es bueno reconocer “todo lo que se ha dicho de Miguel, que es mucho”. Él luchó por las lenguas indígenas, y hoy, a casi 25 años de su asociación, los escritores en lenguas indígenas tienen una morada, que les proporciona la familia Álvarez Morado.
“Se dice en literatura, lingüística y otras facetas del humanismo, que toda lengua es una patria, una morada del pensamiento de un pueblo. Esto —la nueva casa— va a ser una morada de moradas, porque aquí se dará refugio a muchas lenguas; será una morada abierta para la palabra hablada y para la palabra escrita”, expresó en el inmueble ubicado en la colonia Guerrero, alcaldía Cuauhtémoc, en la Ciudad de México.
A través de la lengua y la palabra, consideró, todos pueden acercarse a la cosmovisión de los pueblos para comprender a los presentes, a los ausentes, a los que fueron y a los que habrán de venir con la letra, que es instrumento que acerca a todos, expuso Ascensión Hernández, miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua (AML).
La especialista en filología indígena, y quien desde 1975 se desempeña como científica del Instituto de Investigaciones Filológicas y profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), añadió que la AML cultiva la lengua y, por ser mexicana, todas las lenguas del país.
En tanto, Apolonio Bartolo Ronquillo, presidente de los escritores indígenas asociados, informó que en ese espacio desarrollarán producción literaria, traducción y enseñanza de las distintas lenguas nacionales de México. Cuenta con un salón para juntas y reuniones, llamado desde ahora “Miguel León-Portilla”, y una biblioteca con el nombre de “Carlos Montemayor”.