Ciudad de México.-Beatriz Rivas escribe sobre el duelo, la culpa y la memoria en “Lo que no he dicho”, una novela nacida del terremoto que sacudió a México en 2017, cuando su impulso fue quedarse inmóvil en lugar de correr por su vida pese a estar en un edificio viejo en la colonia (barrio) Roma.
“¿Por qué demonios me quedé? ¿Qué es lo que me llevó a quedarme?”, se preguntó la autora mexicana. “Ahí surgió la idea de la novela: ¿Por qué alguien puede inconscientemente no quererse salvar?”, dijo en una entrevista reciente por videollamada desde la capital mexicana.
Rivas presentó “Lo que no he dicho” el lunes en la edición virtual de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. El libro es semiautobiográfico: la protagonista no se llama Beatriz sino Irene (en honor a Irène Némirovsky), pero, como dijo, quienes la conocen sabrán cuánto de ella hay en él.
“Hay mucho de mí en todas mis novelas, en sus personajes, pero en esta novela un poco más”, señaló.
El relato es circular: empieza en ese departamento de la Roma y también termina ahí. Es como si “durara unos 10 minutos” en los que Irene ve pasar su vida frente a sí, dijo Rivas.
Y los recuerdos no le llegan en orden cronológico ni de importancia. La memoria, dijo la escritora, no funciona así. De hecho, a partir del segundo capítulo es difícil saber lo que es ficción y lo que es real.
“La memoria actúa de una manera muy extraña”, dijo Rivas. “Yo no sabía que también nos da recuerdos falsos y de pronto cuando tú evocas cierto pasaje de tu vida igual la memoria de pronto al recolectar las piezas agarra una pieza de otro rompecabezas y lo mete en un pasaje en el que no tendría que estar”.
“Lo que no he dicho” es una reflexión sobre la literatura, la maternidad, los lazos familiares y la culpa que pesa sobre Irene. Para escribir sobre generaciones pasadas de su familia, Rivas tomó como base los recuerdos de infancia de su abuela paterna, quien los había escrito a máquina años atrás. También usó las historias de un tío materno como material para abordar a su otra abuela.
Una de las partes más íntimas de la vida de Rivas que figuran en la novela es su amistad con el escritor mexicano Armando Vega Gil, quien se suicidó en abril de 2019. Rivas había publicado cartas póstumas que le escribió a Vega Gil en Facebook, pero lo que describe en la novela es diferente: son escenas que ocurrieron, conversaciones, gustos y viajes. En vida, los escritores visitaron lugares remotos como Tailandia, China o Islandia, y ferias de libros por todo México.
Ambos también escribieron, junto con la periodista Eileen Truax, la novela “Fecha de caducidad”.
“Era una presencia muy importante en mi vida, nos hablábamos y nos mandábamos mensajes diario y a veces varias veces al día”, contó Rivas. “Para mí su muerte fue terrible, fue muy sorpresiva, y fue horrible no haber podido hacer nada”.
La salud mental, agregó, es un tema que debe atenderse pese a las limitaciones económicas de un país como México o los estigmas que se asocian a ella.
La autora de otros títulos como “La hora sin diosas” (2003), “Viento amargo” (2006) y “Todas mis vidas posibles” (2009) sufrió también el año pasado la muerte de su editor, de un infarto, así como accidentes y enfermedades en su familia. De alguna manera, escribir “Todo lo que no he dicho” fue una forma de articular estas emociones y sanar el dolor ante el sentimiento de pérdida, pero también de expresar amor y esperanza.
“Es un ejercicio que le recomiendo mucho a todo mundo. Aunque no sepan escribir, aunque no lo quieran publicar, no importa”, dijo. “Les propongo que todos hagan un ejercicio que se llame ‘Lo que no he dicho’ y vean qué no han dicho, aunque no lo lea nadie”.