Fue a principios de la primavera cuando Estados Unidos aprobó la venta y distribución de la naloxona, el primer medicamento capaz de tratar el trastorno pro consumo de opioides, gracias a la rápida capacidad que cuenta para revertir los efectos que sustancias como la heroína y el fentanilo producen en el cerebro, el cual se administra a través de un atomizador nasal y que, en cuestión de un par de meses, se volvió en un producto disponible en farmacias y tiendas de conveniencia de ese país.
Para explicar su forma de actuar, Corey Davis, director del Proyecto Legal de Reducción de Daños de la Red para la Ley de Salud Pública de EU, dijo a "The New York Times", que la naloxona tiene las mismas funciones que un extintor de incendios: "Con suerte nunca lo necesitarás, pero en algún momento puede que la cocina se incendie y no tengas tiempo de correr a la tienda por extintores", explicó.
Este fármaco se administra en una cantidad no mayor de cuatro miligramos a través de un atomizador nasal comercializado con el nombre de Narcan.
La Administración de Servicios de Abuso de Sustancias y Salud Mental (SAMHSA) pública que la naloxona tiene la capacidad de disminuir los efectos de la dependencia a los opiodides, como el es el deseo de consumirlos en un intento por los dejarlos, así como disminuye la abstinencia que pueda producir abstenerse de su consumo.
Entre sus efectos secundarios -enlista la SAMHSA- se encuentran los mareos, somnolencia, fatiga, transpiración, caries, boca seca, calambres y dolores musculares, así como visión borrosa, dificultades para conciliar el sueño, fiebre, palpitaciones, temblores, entre otras.