No todo está pintado ni dicho ni hecho para el artista plástico Arnaldo Coen. Derivado de su más reciente exposición, "Reflejo de lo Invisible", la cual se expone en el Museo de Arte Moderno (MAM), la editorial Turner lanzó un libro que da cuenta de la trayectoria del pintor que perteneció a la Generación de la Ruptura.
El libro Arnaldo Coen. "Reflejo de lo Invisible" se construye desde las diferentes perspectivas del trabajo del célebre artista y pone sobre la mesa su influencia en la historia del arte mexicano.
No es un libro biográfico, sino que se analizan todas las facetas de la trayectoria de Coen, quien se ha probado en la pintura con performance, teatro y diseño publicitario.
En entrevista con EL UNIVERSAL en su estudio en Polanco, Coen cuenta sobre su carrera artística y vivencias con grandes figuras.
El libro está conformado por ensayos de críticos de arte como Raúl Arroyo, Pilar García, Julio García Murillo, Marco Antonio Morales, Ana Rosa Alonso Minutti, Santiago Espinosa de los Monteros y Lourdes Sosa, entre otros, y fue editado por Andreas Ziegler.
¿Cómo se siente por su más reciente exposición?
Recuerdo que la inauguración estuvo muy bien, aunque había demasiados cuadros y no se podía ver a la gente (se ríe). Estuvo muy bien, muy concurrida, ese día di algunas visitas guiadas hasta que opté por sentarme. Pero estuvo muy bien, no me esperaba tanta gente, llegaron más de 600 personas, me siento muy orgulloso, seguro no es virtud mía, sino una muy buena convocatoria.
Seguro fue la cantidad de obra, más allá de la convocatoria.
Sí, están algunas de las cosas que he hecho durante 60 años de ocio fecundo y creador.
Andreas Ziegler afirma que para Arnaldo Coen todo el arte es contemporáneo siempre. ¿Usted está de acuerdo?
El arte siempre ha existido. Consciente o inconscientemente siempre ha existido, viene desde la necesidad del hombre de expresarse. Y hay muchos medios para expresarse. De los primeros medios para expresarse está la edificación de herramientas desde el neolítico, pero las comenzamos a ver como objetos, tal como las vio Duchamp hace más de 100 años: un objeto que era una herramienta, quizá las lanchas y las hachas son un objeto de arte ya por sí mismas. Y agrego otra cosa: el hombre necesita rituales, porque es su manera de conectarse colectivamente, creo que el arte tiene que ver con un ritual y ese ritual puede ser irónico, histórico, ahí es donde digo que todo arte llega para quedarse, si no es así, entonces no es arte.
¿Cómo define las corrientes artísticas?
Creo que es igual que siempre. Yo conocí el arte por reproducciones, me llamó la atención ver una enciclopedia de arte y pinturas barrocas o del Renacimiento, o cualquier corriente, me parecía fascinante. De muy joven ayudé a mi hermana a hacer una historia del arte, tomamos una pequeña historia del arte que tenía en recortes, lo ordenamos y eso fue maravilloso. Después conocí en una reunión a Ernesto de la Peña, Salvador Elizondo, Luis Buñuel y a otros personajes muy interesantes. Cada domingo iba a la casa de Raúl Lavista a escuchar música. Recuerdo cuando Elizondo se sentó conmigo y me preguntó a qué me dedicaba, afortunadamente yo acababa de informarme quién era Paolo Uccello, y se me ocurrió decirle que era pintor, cosa que no estaba seguro, pero le dije eso y justo me preguntó de Uccello, y pude contestarle. Cuento esto porque, al ir a París, conocí los museos más importantes, por primera vez vi los cuadros originales de gente que yo admiraba, para mí todo era una novedad, no me importaba las corrientes o épocas, siento que podía dialogar con todas las obras, era un golpe emocional e intelectual todo.
Hay un recuento de sus diálogos con Kandinsky, Picasso... ¿Hoy con quién dialoga?
Sigo en diálogo con todos. Yo creo que el arte no tiene fecha de nacimiento ni fecha de caducidad. Si yo me enfrento a una obra que no he conocido, si me dice algo, si me llama la atención, la adopto, puedo dialogar con sus conceptos.