La antropóloga Marta Turok recordó esta tarde, en una videoconferencia organizada por el Centro de Estudios de Historia de México, la importancia de la colección que Ruth D. Lechuga —nombre que adoptó al casarse con Carlos Lechuga— reunió a lo largo de su vida, en la cual se conjuntan más de 13 mil objetos que adquirió durante sus viajes por la República Mexicana.
En la actividad, resaltó que el amor de Ruth por las piezas artesanales fue innato. La joven comenzó a adquirir pequeñas piezas de artesanía durante los viajes que realizaba con su familia. Uno de los más representativos para su visión fue el que realizó en 1948 a la Selva Lacandona, pues en este lugar tuvo un encuentro con los lacandones, un pueblo diferente a los que había conocido antes en México.
Lechuga nació en el seno de una familia judía antifascista, según lo describe Turok, pasó parte de su infancia en Europa; sin embargo, luego de la noche de los cristales rotos —ataque perpetrado en Alemania contra el pueblo judío— la familia de la fotógrafa decidió salir de su país. Un año más tarde, en 1939, una Ruth de 19 años llegó a México, en donde estudió Medicina en la UNAM y se especializó en laboratorios clínicos.
Ejerció durante algún tiempo y después se dedicó enteramente a viajar y promover la cultura. Aprendió fotografía para poder documentar lo que encontró en los pueblos de este país. En 1954 obtuvo la nacionalidad mexicana, un hecho que atesoró. Su amor por el arte la alentó a leer y documentarse; a partir de 1973 comenzó a escribir y llegó a publicar obras como Máscaras tradicionales de México y El traje indígena de México. Trabajó en el Fonart y en el Museo Nacional de Artes e Industrias, hoy conocido como Instituto Nacional de Pueblos Indígenas.
Ruth D. Lechuga murió en 2004, la colección que reunió es resguardada por el Museo Franz Mayer. De acuerdo con Turok, esta serie de objetos permite comprender la evolución de las artes desde 1950 a 2000, pues en ella se distingue el surgimiento del arte popular como respuesta a necesidades cotidianas y rituales; además, es visible el dinamismo en la evolución de sus hacedores y consumidores y representa también una fuente de investigación.