Como símbolo de humildad y hermandad, el Arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, durante la Misa de la Cena del Señor, realizó el rito del Lavatorio de Pies, acto que recuerda el momento en que Jesús, durante la última cena se levanta y lava los pies de sus apóstoles.
Por ello, cientos de fieles se dieron cita en la Catedral de Monterrey para ser partícipes de la Cena del Señor, la cual además de lucir a su máxima expresión se impregnó de un intenso aroma a incienso, fe y esperanza por un mundo mejor.
Monseñor Cabrera López, refrendo en todo momento la misión, vocación y el compromiso que tiene la iglesia y sus sacerdotes hacía los demás, tal y como Cristo lo hizo.
Agradeció a todos los presentes por haberse dado cita a celebrar la eucaristía, calificándola de muy especial.
"Hacemos memoria de su institución y también nos hace mucho bien entender lo que este misterio de la eucaristía encierra", expresó.
"La eucaristía es la expresión del amor, y la iglesia tiene que vivir el amor", puntualizó.
Además, señaló que la iglesia es mutual, en la que uno ama y es amado.
"La iglesia es una mutual, una mutualidad en la que uno ama y es amado, en la que uno lava los pies, pero también le lavan a uno los pies", enfatizó.
De una manera muy especial, el prelado, pidió a los presentes dejarse ayudar para que así puedan ayudar a los demás.
"Por eso les dice el señor, lávense los pies los unos a los otros, como les dirá también ámense también loa unos a los otros, esa es la mutualidad", explicó.
Tras haber predicado su sermón, Cabrera López en compañía de tres sacerdotes y dos mujeres, encabezó y realizó el acto de servicio y humildad del lavatorio de pies.
Fueron 12 alumnos del Instituto Diaconal del Arzobispado de Monterrey quienes fueron elegidos para ser bendecidos con este lavatorio.
"Tiene que ser así, en mutualidad, hoy les lavamos los pies a ellos y ellos lavarán los pies a sus amigos", añadió.
Como parte de estas celebraciones, debido a una antiquísima costumbre y por un debido respeto, se considera al Viernes Santo, como el día más sobrio y de mayor reflexión para todos los bautizados.
Al concluir la Misa del Jueves Santo inmediatamente se dispuso para este día especial, despojando todo indicio de fiesta, desvistiendo a la iglesia de todo adorno.
Por ello y en señal de respeto se trasladó el Santísimo Sacramento a otro lugar, donde se reservará como viático para los moribundos y para la comunión de hoy.