En el Evangelio de este domingo 23 de abril leemos uno de los relatos más emotivos de encuentro entre Jesús resucitado y discípulos que no formaban parte del grupo de los doce apóstoles. Un primer elemento que resalta en la narración es el desconocimiento y la decepción. Los discípulos no conocen al hombre que va con ellos por el camino y le recriminan que sea el único en Jerusalén que desconoce lo sucedido en aquellos días.
Ellos se quejan de no saber con certeza los mensaje recibidos por las mujeres y los discípulos aquella mañana, en concreto "no encontraron el cuerpo, pero a Jesús no lo vieron". Cuando el desconocido comienza su réplica también los acusa de tener un corazón tan endurecido que los mantiene en el desconocimiento de las Escrituras, las cuales testimonian la necesidad de la pasión del mesías.
La decepción también ocupa buen sitio junto con el desconocimiento, pues inicia el relato con la tristeza de los discípulos, la explicación de la decepción por los acontecimientos. Hacia el final del relato los dos elementos inciales se ven rotundamente transformados.
En el plano emocional la decepción se transforma en ardor del corazón, surgimiento de confianza para invitar al desconocido a pasar la noche con ellos. Por otra parte, el desconocimiento quedará aniquilado por la revelación de Jesús resucitado al partir el pan.
El último elemento a considerar en este Evangelio del 23 de abril es el proceso de ruptura revertido por la comunión. Al inicio los discípulos se alejan de Jerusalén, al final los discípulos regresan corriendo y en la noche a Jerusalén a dar testimonio de lo ocurrido. ¡Gloria a Dios!