El Pontífice promotor del calendario gregoriano, el Papa Gregorio XIII, y tres astrónomos jesuitas que trabajaron en el Observatorio del Vaticano tendrán, desde ahora, asteroides con su nombre.
Así lo informó el Observatorio Astronómico del Vaticano, conocido como Specola Vaticana, en una nota de prensa difundida este martes.
Uno de los pequeños objetos rocosos que orbitan alrededor del Sol se llamará Ugo Boncompagni, el nombre de pila del Papa Gregorio XIII, quien dirigió la reforma del calendario e inició la tradición de los astrónomos y observatorios papales.
Este Pontífice encargó al astrónomo P. Christopher Clavius trabajar en el proyecto del conocido como “calendario gregoriano”, utilizado hoy en todo el mundo.
Además de este Papa, otros sacerdotes jesuitas contarán con asteroides a su nombre en el firmamento.
Se trata del P. Johann Hagen, director del Observatorio del Vaticano entre 1906 y 1930; el P. Bill Stoeger, cosmólogo y teólogo del Observatorio Vaticano, y el P. Robert Janusz, quien actualmente trabaja en el Observatorio.
Según indicó la Specola Vaticana, más de treinta asteroides llevan nombres de jesuitas. Algunos de ellos vivieron hace siglos, como el P. Giovanni Battista Riccioli, que desarrolló el sistema de nomenclatura lunar que aún se utiliza en la actualidad.
La asignación de un nombre concreto a un asteroide (también conocido planeta menor), se produce a través de un proceso que, en algunos casos, puede durar incluso décadas.
Cuando se descubre un nuevo planeta menor, se le da una designación provisional, basada en su fecha de descubrimiento, como por ejemplo “2002 LM60”.
Más tarde, cuando la órbita del objeto se determina lo suficientemente bien como para poder predecir su posición de forma fiable, recibe un número de designación permanente, emitido desde la Unión Astronómica Internacional (UAI).
A partir de ese momento, se invita a su descubridor a sugerir un nombre para él. No se admiten nombres de mascotas o de carácter comercial.
Además, los nombres de personas o acontecimientos conocidos principalmente por sus actividades políticas o militares no pueden utilizarse hasta cien años después de la muerte de la persona o del acontecimiento.