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Opinión Columna


Lo extraño más intimo


Publicación:22-01-2020
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Dichos intentos de explicación y atención se proponen acumulativos y progresivos: lo que hace falta es más

 

Hace algunos años, tratándole de explicar a un buen amigo, cómo funcionan los rescates bancarios en el sistema neoliberal, le ponía el siguiente ejemplo: imagina que tu vecino pone un negocio, invita a un par de amigos a trabajar con él. Por un tiempo funcionan más o menos bien, pero de pronto, su negocio fracasa y no solo pierden lo que tenían, lo que habían invertido y las pocas ganancias generadas, sino que se verán en la necesidad de pagar de sus ahorros las pérdidas. Para evitarlo, deciden dividir sus pérdidas entre los habitantes de la colonia y, a discreción, aumentan dicha cantidad a las ya existentes cuotas vecinales, asumiendo así toda la colonia las pérdidas. Construyen una narrativa igualmente discrecional y ambigua, que justifique el repentino aumento de las aportaciones, en aras de la estabilidad y seguridad de todos en la colonia, como defensa ante los posibles ataques - ¡Dios no lo quiera! - de los que podrán ser blanco, a manos de moradores ajenos y extraños, gente de otras colonias, con el hashtag ProtegiendoAmisHijosCuesteLoQueCueste.

En 1919 Sigmund Freud publicó un trabajo titulado Lo extraño (Das Unheimlich, 1919) para mostrar, cómo en cada uno de nosotros existe un componente interno-extraño, que precisamente por ser tan íntimo, tan familiar, tan cércalo a la verdad, causa terror, es incómodo e insoportable, ominoso; un sujeto dentro del sujeto, una embajada de un país extranjero dentro del país conocido que creemos ser. Hacer un psicoanálisis posibilita que cada uno de nosotros podamos asumir y responder por ese extraño, sin convertirlo en dolor o sufrimiento, sin pasárselo (culpar) a los demás (Dios, padres, pareja, gobierno, video juegos, música...), haciéndolos responsables de todo, al tiempo que se renuncia a la queja, incluso, bajo ciertas operaciones, poder convertir ese extraño en la piedra angular de la vida, motor de ilimitada creatividad, fuente de responsabilidad.  

El contexto actual, plagado de lo políticamente correcto, lo bueno y lo sano, el respeto a todos, curiosamente tiene la tendencia, hoy más que nunca, de erigir a un otro como el depositario exclusivo o en turno, un chivo expiatorio, el destinatario por excelencia, del mal, de lo tóxico; un lugar en donde colocar lo más insoportable de sí mismo/a, de lo extraño, lo Unheimlich, muchas veces con consecuencias terribles, como el asesinato, la trata de blancas, el secuestro, la extorsión, el rechazo y la deportación del inmigrante que tiene hambre, que carece de lo esencial para vivir en su país; bajo el principio perverso, rapaz e irresponsable: “Que sea el otro quien asuma la responsabilidad de cómo me siento, de mis actos y sus consecuencias” Por lo tanto, si algo falla, serán ellos los culpables exclusivos, pues “lo tóxico” -esa categoría actual que guarda siempre una íntima relación con eso insoportable de sí mismo- fortalecido por el principio, igualmente irresponsable de las explicaciones causales, que reducen las vidas humanas a principios generales, como si se trataran de objetos de estudio de las ciencias naturales, donde la verdad siempre está en otra parte, en algún lugar exterior y ajena al sujeto (¡Lo siento, ha sido mi cerebro! ¡Lo siento, ha sido mi inconsciente! ¡Lo siento, ha sido mi historia! ¡Lo siento, ha sido mi depresión! ¡Lo siento, han sido mis genes! Y un largo etcétera)

Acontece un suceso violento en una escuela en Torreón, Coahuila, México, un hecho terrible, desgarrador e irreversible: un alumno mata a su maestra y hiere algunos compañeros, para suicidarse después. De la consternación, el impacto de la sorpresa, el sin sentido del crimen, se desencadenan preguntas y sobre todo intentos de delimitación y explicación, que se van sucediendo, pues en los días sucesivos ha ido emergiendo información que dinamiza el caso, lo problematiza, amplificando, cambiando, cuestionando las tesis e intentos de explicación inmediata, que a pesar de las buenas intenciones que pudieran tener, quizás ignoran que generan mayor malestar: exceso de moralidad, cuando no de vigilancia y control, producen muchas veces lo mismo que desean atender y prevenir: un lazo social, una forma de relación, irresponsable, pues sus argumentaciones excluyen la responsabilidad del sujeto, al plantear que existe “algo más” (cerebro, genes, psique, mente, valores, video juegos...) que causaría tal o cual situación o conducta. Sería fascinante que funcionara así, pero no lo es.

Dichos intentos de explicación y atención se proponen acumulativos y progresivos: lo que hace falta es más…. (valores, disciplina, pensamiento, atención…) basados en formas de relación social, en lazos sociales, morales, disciplinarios y especializados, que colocan lo que sucede en la línea causal de fenómenos, de objetos de estudio objetivos, abstractos, despojados de su singularidad, para plantear que “En esos casos se debe de…” como estrategia de atención, medición y prevención. Cuando la cuestión de vital importancia a revisar, más que el contenido de la estrategia (moral, valores, especialidad psicológica, psiquiátrica, criminológica…) a consultar, es revalorar las formas de relación, es decir, el lazo social irresponsable que se ha venido construyendo el contexto social en el que vivimos, de la educación, la familia, las iglesias y trabajos, donde en cada espacio, se aísla un fenómeno, se reduce a una relación lineal causa-efecto, se exculpa, se pide perdón y continua, para poder pasar a un lazo social horizontal y responsable, creativo, que no “pase la bolita” al otro, donde las acciones que cada quien desempeñe, no pueden ya estar basadas irresponsablemente en una especie de burocracia de “yo no sabía”, “yo solo seguí órdenes”, “que no se supone que dicen los especialistas que debemos de…”, “que si seguimos estos pasos, estas estrategias estaremos libre de…”

Nota: quienes proponen añadir en cada escuela más profesionistas del área de la psicología, y ahora de la criminología, quizás desconocen que en EUA, país donde se han suscitado el mayor número de asesinatos masivos en escuelas, que se tiene registro desde 1927 hasta la actualidad, con Columbine en 1999 y Virginia Tech en 2007, entre los más cruentos y conocidos, quizás ignoran que el Departamento de Educación ha trabajado con Servicio Secreto, CIA, FBI, NCI, con veteranos de guerra, especialistas, médicos psiquiatras, psicólogos infantiles y de la adolescencia, junto al mejor personal de inteligencia militar y policiaca, y las fuerzas del orden de aquel país, sin por ello poder prevenir y evitar que estos crímenes continúen sucediendo. Con lo cual podemos darnos cuenta de que la verdad, como la atención, están en otro lugar: proponer un cambio de lazo social, una forma de reinventar la escuela, en última instancia, la relación entre las personas, el saber y el poder. Pues más vigilancia y control, más imposición moralista, más de sola detección de señales de alarma y check list de factores de riesgo, aunque con tintes especializados, científicos y tecnológicos, cargados de conceptos y voces expertas, son lamentable y precisamente, caldo de cultivo para más eventos cruentos de este tipo.

camilormz@gmail.com



« Redacción »
Camilo Ramírez Garza


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