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Opinión Columna


La crisis con Bolivia


Publicación:07-01-2020
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La solidaridad con nuestros compatriotas en esa región y con todos aquellos que estén a favor de defender los derechos fundamentales debe mantenerse vigente.

 

Menudo conflicto el que se ha generado entre nuestro país y el Estado boliviano. Bolivia ha fijado una posición extrema, además de iracunda, que muestra indudablemente el ánimo que prevalece en esa región sudamericana.


Después de que el gobierno mexicano dio asilo político al expresidente Evo Morales y de que este, durante su estancia en nuestro país, no guardara las formas mínimas elementales para corresponder a la cortesía de México, Morales asumió una posición confrontativa con el nuevo gobierno de Bolivia y fue exhibido fomentando la violencia para tratar de continuar en el máximo cargo de aquel país, no obstante que durante más de 13 años gobernó.


Como lo hemos referido, el Estado mexicano simple y llanamente atendió la tradición histórica de nuestro país. México en repetidas ocasiones ha sido solidario y ha extendido los brazos a todos aquellos que por conflictos políticos han sido perseguidos por gobiernos represores en sus países de origen. Sin embargo, la responsabilidad en la conducción personal, en este caso, recae única y exclusivamente sobre el asilado Evo Morales.


Hoy, México prácticamente ha roto comunicación con el incipiente gobierno boliviano. La embajada de nuestro país en aquel lugar sufre el acoso consistente de grupos afines al nuevo Estado que, al parecer, tienen como función mantener en arraigo a nuestros connacionales.


El Estado mexicano atendió un principio de solidaridad en materia de derechos humanos al permitir el ingreso y la permanencia de exfuncionarios bolivianos que, en su momento, acompañaron al presidente Morales en su gestión gubernamental.


La embajada de nuestro país dio refugio a estos bolivianos, simple y llanamente atendiendo el principio que en materia de derecho internacional le corresponde a México y que señala que dicho espacio, las instalaciones de la representación de nuestro país en Bolivia, goza de inmunidad y la protección de la Corte Internacional, por lo que es considerado extensión del territorio mexicano. Esto, obviamente, sucede en cualquier parte del mundo donde México tiene cuerpo diplomático.


No deja de ser lamentable que ese conflicto hoy tome proporciones jamás vistas o, por lo menos, no observadas durante décadas, y que hayan sido generadas por un personaje tan polémico como lo es el exmandatario Evo Morales.


México efectivamente debe fijar una posición de defensa a ultranza de nuestros connacionales. La solidaridad con nuestros compatriotas en esa región y con todos aquellos que estén a favor de defender los derechos fundamentales debe mantenerse vigente.


La posición que nuestro país asuma en lo subsecuente y los resultados que se obtengan marcarán innegablemente la actuación de la presente administración ante toda Latinoamérica.


Ojalá que los mexicanos que se encuentran en Bolivia, en calidad de residentes o por diferentes fines, ya sea laborales, de preparación escolar o simplemente como turistas, no sean víctimas de reacciones iracundas o viscerales como las que ya ha mostrado el incipiente gobierno boliviano en voces como la del expresidente Jorge Quiroga que, con estilo facineroso y recalcitrante, pretendió quedar bien con su nuevo gobierno, emitiendo expresiones, por demás descalificables, contra nuestro presidente, mismas que obligan a cualquier mexicano a responder enérgicamente, simple y llanamente porque el presidente de México es la voz oficial de todos y cada uno de los mexicanos.



« Redacción »
Héctor Serrano Cortés

Héctor Serrano Cortés


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