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Opinión Columna


A Dios rogando...


Publicación:26-12-2019
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¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año Nuevo! ... ¿Será? Depende de qué posición decida tomar usted.

 

“De nuestra posición de sujetos somos siempre responsables”
Jacques Lacan


A Dios rogando y con el mazo dando -reza la sabiduría popular. No obstante, hay quienes prefieren depositar en otros toda la responsabilidad de sus vidas, mantenerse en la primera posición, en la del ruego, renunciar al mazo. Creyendo que les será más fácil su existencia, al poner “en manos de...” (Dios, padres, gobernantes, pareja o expareja, hijos. amigos, maestros, trabajadores, la empresa, la comida, el destino, el tráfico, su inconsciente...) sacrificarse por algo (un ideal) o alguien, para vivir en piloto automático, esperando que el cambio venga de alguien más. Así, si sucede algo que no guste. ¿De quién será la culpa? ¡Del otro! - por supuesto; gracias a lo cual, se reproduce la siguiente secuencia en quien delega: renuncia a sí mismo-delega-espera-no le gusta lo que sucede-ahora se queja, reclama y critica. Gracias a ello, cree que mantiene su persona, imagen y reputación, inmaculadas; él/ella no se equivocan, (“Sus pedos no huelen”) y de suceder, sería por culpa de alguien más quien no les dio/enseñó/ les distrajo... de lo que estaban haciendo, por eso no lo consiguieron. Por todos lados están cubiertos, ajustan su narrativa para desresponsabilizarse y salir ilesos, la culpa siempre es del otro. Esto puede ir de un narcisismo exacerbado, hasta la paranoia del dictador, que vive con la certeza absoluta que todo el mal que les sucede es culpa del otro, el único pecado de ellos es ser extremadamente buenos, el otro es quien no entiende -y amenaza- su pureza de raza, pensamiento y acción. A mayor cercanía y angustia consigo mismo, mayor delegación en el otro, mayor necesidad de estar al pendiente de los errores del otro. Independientemente si se tiene o no una base de realidad argumentativa (“¡Mira nada más lo que hacen...!”) los usos son cómodos e irresponsables, hacer al otro depositario de las propias angustias, un parapeto, un escudo ante la propia angustia. “¡Uno que, uno ya vivió, las criaturas!”

Existe un peso mayor en asumir la propia libertad de las decisiones, pues de acertar o equivocarse, sería exclusivamente nuestro triunfo o fracaso, a esconderse en los errores de los demás, en sus vidas, en lo que hacen, dicen, en lo que desean y emprenden...”, “¡Mira nada más lo que hacen...!” El mundo y las redes sociales están llenos de expertos que no hacen ni arriesgan nada, pero tienen la fórmula del éxito para cada uno.

“Poner en manos de...” es ya una posición cómoda/incomoda, que implica delegar la propia vida, su sentido, en alguien más, renunciar al propio deseo, esconderse de sí mismos, mirar la propia realización siempre a la distancia, lejana, imposible. Podemos encontrar dicho movimiento en casi todos los ámbitos donde los humanos se desenvuelven: en las familias, en las escuelas, empresas, gobiernos, grupos de amigos... por ello en dichos espacios también abunda la queja y el reclamo, como efecto, en un segundo momento, de la operación primera de delegación e idealización “Yo pensaba que tú irías a...”, “Imaginé que él/ ella iba a...” quedándose en un simple “A Dios rogando” El mazo se le ha otorgado al otro, porque se ha rechazado tener el propio mazo entre las manos. Simple y sencillamente porque asusta tenerlo y usarlo.

Las épocas de fin de año, llenas de esperanza -en ese sentido de espera y de nostalgia- son también especiales para delegar, sacrificarse, reclamar y criticar, para quejarse de lo que el otro no dio y no sigue dando, para justificar la propia desgracia, efecto de haber puesto “En manos de...” tal o cual cosa de la vida, y que el otro no hizo lo correcto, lo que se esperaba. De ahí que las festividades, a menudo, se puedan ver opacadas -sea por abiertas y declaradas discusiones o con tintes silenciosos de depresión, quien sufre internamente, regodeándose en su teatro interno de sufrimiento y autocompasión - por culpa de alguien que no nos dio lo que -se cree- merecíamos. Al más puro estilo de “Yo iba a ser feliz, pero me chingué la rodilla” ¿Cómo poder salir de esta galería de sufrimiento victimoso?

Para poder transitar de una posición a otra: del delegar-sacrificio-esperanza-queja-reclamo, del esconderse de la propia angustia en los errores de los demás a asumir una posición siempre responsable como sujetos, implica un primer movimiento de reconocimiento: reconocer la función que cumple para cada uno él delegar-esperar-quejarse-y-reclamar, es decir, lo que cada quien obtiene, goza, con ello, la ganancia secundaria del síntoma -decía Sigmund Freud- para, en un segundo momento, renunciar activamente a dicha práctica, a dicho beneficio de culpar al otro, de justificar la propia tragedia, de mirar la paja en el ojo ajeno, sustituyendo la queja y culpa -en el otro y en sí mismo- con la propia responsabilidad.

Esto no quiere decir —como señala Jorge Forbes en su escrito Basta de quejas- que de pronto ya no exista nada de que quejarse, que de pronto todo viró pura perfección, sino que el sujeto desiste de utilizar dichas fallas y descompases del otro y del mundo, como justificación para la propia vida, como distracción de las propias decisiones, de la propia angustia. Así, al cancelar -de alguna manera- pasado y presente, la nostalgia (dolor por un regreso) y la esperanza (¡Allá en 2020 será nuestro año! O quizás el 2030) en un futuro lejano, la responsabilidad, el presente, “...con el mazo dando”, se amplifica, cobra vigencia e importancia, para responder de manera singular y responsable, con la certeza de que no existen las fórmulas del éxito, cada decisión implica riesgo, exploración e invención. ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año Nuevo! ... ¿Será? Depende de qué posición decida tomar usted.

camilormz@gmail.com



« Redacción »
Camilo Ramírez Garza


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