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Opinión Editorial


Zapata gay


Publicación:16-12-2019
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Después de ejercer la docencia de la historia durante más de treinta años, no imaginamos que llegaría un momento en que la noble imagen del caudillo del sur, pudiera ser motivo de debate y controversia por una situación como la que hemos observado a lo largo de la semana pasada, donde la mítica figura creada como símbolo histórico por el Estado Mexicano, se ve vulnerada por las propuestas artísticas contemporáneas.
La imagen de Zapata con la que crecimos siempre fue la de un caudillo de complexión delgada, con un gesto muy serio, de bigotes anchos y su ropa revolucionaria, siempre mostrándose como un hombre introvertido pero valiente, de pocas palabras pero de gran sabiduría.
Un revolucionario que según Octavio Paz, buscaba más regresar al sentido de la propiedad colectiva de la tierra por aquellos que la trabajan, una revuelta a los orígenes más que una revolución en búsqueda de un nuevo régimen. Esta revuelta estaría inmersa en una cosmovisión indígena de la tierra y su afiliación a la misma.
La Cuarta Transformación (4T) entusiasta con el tema de la justicia social y la vocación por la historia por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en su afán por crear una narrativa de Estado respecto al papel y el lugar que ocupa la 4T en el devenir histórico, no logró evitar declarar el año 2019 como Año del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata Salazar.
En Ayala, Morelos, a principios de año, en enero, AMLO rindió homenaje a este prócer revolucionario y declaró el 2019 como el año del Caudillo del Sur; durante este período se realizarían acciones por parte del gobierno federal para conmemorar la figura histórica de este héroe nacional.
Seguramente todo iba muy bien, apegados al plan original la Secretaría de Cultura realizó una exposición que conmemora el 100 aniversario de la muerte de Zapata; todo caminaba sobre ruedas hasta que el curador Luis Vargas Santiago, tuvo la idea de incluir la obra La Revolución del pintor Fabián Cháirez, en una exhibición de pinturas sobre el caudillo revolucionario, denominada Emiliano. Zapata después de Zapata, en una sala del Museo del Palacio de Bellas Artes. Allí el espectador podría ver obras de Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Jorge González Camarena, Leopoldo Belkin, Alberto Gironella, Felipe Ehrenberg, entre otros, todas relativas al Caudillo del Sur.
La pintura de Zapata desnudo, con tacones altos y sombrero rosado, fue la que hizo que el hilo se rompiera de manera definitiva; la familia del Caudillo del Sur se mostró ofendida por la iconografía mostrada en la obra. La situación no quedó allí, acudieron acompañados por organizaciones campesinas del estado de Morelos, para protestar y exigir que se suspendiera la exhibición de la obra La Revolución.
La Ciudad de México es una metrópoli gay friendly, no podemos decir que sea la capital gay de América Latina, ya que desde hace décadas Buenos Aires se ha destacado por su carácter cosmopolita; sin embargo, las reformas recientes en las leyes han permitido que la comunidad lésbico gay (LGBT), pueda encontrar en esta metrópoli mexicana, las condiciones básicas de tolerancia para poder convivir en paz independientemente de su identidad de género o preferencia sexual.
El pasado miércoles 11 de diciembre hubo un enfrentamiento entre la comunidad LBGT y las organizaciones campesinas zapatistas; entre estas últimas tenemos la Coalición de organizaciones democráticas urbanas y campesinas, la Central independiente de obreros y campesinos, así como la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas, donde se observaron indicios de violencia y fue necesaria la intervención de las autoridades de la Ciudad de México para contener el enfrentamiento.
AMLO cuestionado al respecto aseguró que por medio del diálogo se lograría un acuerdo, y así fue, a partir del 18 de diciembre, se instalará una cédula al lado de la pintura, donde se señalan los motivos de la familia Zapata para que la obra no se exhiba en ese lugar, ya que para ellos el lienzo representa una ofensa que denigra la imagen del General. Cabe mencionar que, según reporteros que han estado presentes allí, la obra es custodiada de manera permanente por dos guardias del Museo del Palacio de Bellas Artes.
La obra de Fabián Cháirez, La Revolución, no es nueva, fue exhibida en una galería privada desde 2014, pero fue en Bellas Artes donde se generó su fama y el boom de intolerancia que hoy observamos. Independientemente de quién tiene la razón, si los familiares o la comunidad LGBT, el arte ha cumplido con su función de crítica al poder y a la cultura dominante.
A la propuesta de AMLO por conmemorar la figura histórica de un héroe nacional, le salió el tiro por la culata, es decir, tuvo un resultado inesperado; la intención de realizar la proyección de un personaje de la Revolución Mexicana y exaltarlo en el discurso de la 4T como una justificación ideológica por el Estado Mexicano respecto a la justicia social, simplemente no fue lograda; la creación artística de Cháirez rompió con esa posibilidad, con esa intención, Zapata terminó cuestionado como símbolo cultural dominante de la masculinidad y también, a manera de daño colateral, como símbolo nacional oficial.
Finalmente el arte cumplió su función social, la obra La Revolución se convirtió por su presencia en un espacio público emblemático, en una crítica social a los valores culturales predominantes y también, de manera indirecta, a los valores ideológicos del discurso histórico oficialista del Estado Mexicano en su versión de la 4T.



« Redacción »
Arturo Delgado Moya

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