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Opinión Editorial


Un año de gobierno de AMLO


Publicación:02-12-2019
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Fue ayer, a las 11:00 hrs, en la explanada del Zócalo capitalino, que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), llevó a  cabo un discurso ante más de 100,000 personas, donde describió los principales logros de su gobierno a lo largo de este período de tiempo.

Como todo gobernante, mostró que cree en sus propias decisiones y en las acciones que su gobierno ha emprendido. Fue así que su optimismo expresado en la frase mañanera de “¡Vamos muy bien!”, tuvo continuidad permanente, yendo de triunfo en triunfo, y así fue el tono del discurso, hasta los puntos más cuestionados se volvieron indicadores de éxito.

Pero antes de revisar los aspecto débiles de este primer año, señalemos los aspectos fuertes que lo mantienen  con un nivel de aprobación superior al 65%. El primer acierto es el combate frontal a la corrupción; el segundo es la implementación de una política social que busca una redistribución del ingreso, y que debe conducir a través de la implementación de  programas sociales, a un mayor nivel de bienestar colectivo.

Cabe señalar que esta política de entregar los beneficios económicos en forma de becas o pensiones,   de manera directa, promueve el desarrollo de una clientela electoral con raíces más hondas, considerando que los apoyos no llegan más a intermediarios, sino a potenciales electores de manera directa.

Esta política social tiene un elemento antecedente y otro consecuente: el primero  abreva parcialmente de los ahorros que obtiene el gobierno por el combate a la corrupción; el segundo implica establecer las bases para una continuidad del nuevo régimen derivado de la 4T.

Por supuesto que los diputados  y en su momento, también el senado, aprobarán el presupuesto y las demás leyes que se han planteado por parte del ejecutivo federal, esto implica establecer las bases jurídicas del nuevo régimen, y también sembrar, asegurando la implementación de estas políticas, que  Morena no sólo logrará superar el refrendo del 2021, además, vislumbran la continuidad del régimen más allá del 2024.

Esta apuesta que no tiene nada de descabellada, considerando que la posibilidad de su realización es factible y viable, seguramente tiene a Ebrard, Sheinbaum y a Monreal, esperanzados con alcanzar la candidatura de su partido para esa posición  dentro de un lustro.

Los dos aspectos que no son nuevos en el sentido de que ya se habían anticipado como los principales retos del gobierno de AMLO, son el tema de la economía y la inseguridad. Ambos son sin duda, retos no superados para el primer año de gobierno. Para dar mejores resultados en estos rubros, el presidente pide más tiempo, al menos un año, especialmente para el tema de la inseguridad.

En el tema económico alega el presidente que lo importante no es el crecimiento sino la distribución del ingreso en las capas amplias de la población. Nadie puede estar en contra de las políticas de redistribución del ingreso, pero para distribuir se requiere que haya riqueza. AMLO lo sabe y no da su brazo a torcer; primeramente demostró que tenía el poder para imponer el poder político sobre el económico, esto trajo consigo la desconfianza de los mercados y los inversionistas.

AMLO como buen encantador de serpientes, ha logrado sentar a la mesa a los líderes de los empresarios mexicanos, y  los está convenciendo de su proyecto; primero se echó a la bolsa a Romo, luego a Salazar Lomelí, y ahora tiene como fan número uno, nada más y nada menos, que a Carlos Slim.

No estamos diciendo que convenza ideológicamente a los empresarios, sería casi imposible, aunque nunca falta un Federico Engels, es decir, un capitalista socialista; pero la lucha contra la corrupción, la austeridad republicana, el nulo endeudamiento, el desarrollo del capital productivo, el cero incremento fiscal  y una preferencia ideológica por el   capital nacional, seguramente ha permitido que los grandes empresarios comiencen a recuperar la fe perdida, considerando así  la orientación socialista del presidente como peccata minuta, pues nadie es perfecto y algún defecto tenía que tener.

Durante el discurso de ayer en la explanada del zócalo capitalino, AMLO convirtió un fracaso en un triunfo y nadie lo notó; eso refleja una extraordinaria capacidad para las ventas, en este caso de ideas. AMLO al referirse a lo ocurrido en Culiacán, en lugar de aceptar que se cometieron errores y que el gobierno fue derrotado por los criminales sinaloenses, como se dice coloquialmente: “volteó la tortilla”, asegurando que allí fue donde se implementó el cambio de política en materia de la lucha contra el crimen organizado: no más declaraciones de guerra, no más lucha frontal, ahora se busca el restablecimiento de la paz y el no arriesgar vidas humanas civiles.

Justificó su decisión alegando que su estrategia consiste en erradicar las fuentes de la violencia; para lo cual ha establecido una serie de programas de desarrollo social, que seguramente traerán sus beneficios en un mediano  y especialmente en un largo plazo. Estos programas de desarrollo social son de carácter preventivo, pero no dan respuesta a los jóvenes que ya están enganchados, a los criminales que se están apoderando cada vez más de las plazas y los espacios geográficos que requieren para desarrollar sus negocios.

La estrategia de AMLO respecto a la inseguridad, es que no hay estrategia; esto ha generado un espacio vacío donde pueden emerger algunos liderazgos locales, especialmente por parte de gobernadores que  quieran reivindicar la defensa de los ciudadanos en el territorio político que les compete.

Durante este primer año AMLO ha establecido las bases para el nuevo régimen, la oposición es prácticamente nula, está agazapada en el caso del PAN, y en el caso del PRI  nadando de muertito. Nadie de los actores de la oposición quiere a Santiago Nieto sobre sus espaldas, y es que el director de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, es el martillo justiciero de la 4T.

La radiografía que AMLO nos mostró en su primer informe, seguramente será idéntica cualitativamente hablando, para el segundo y tercer informe, aún así, los seguidores incondicionales y  las nuevas clientelas electorales seguirán apoyándolo, a pesar de que el país siga siendo un polvorín de criminales que no entienden de política ni ideología, solamente de expoliar cruelmente a la población.

 

 

 



« Redacción »
Arturo Delgado Moya

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