Las estrategias se refieren a una serie de medidas derivadas de una metodología, encaminadas a realizar tal o cual objetivo, establecido a priori, es decir, antes de su ejecución. Mientras que las tácticas son acciones que pueden estar o no, en consonancia con las estrategias y sus objetivos, caracterizándose por ser algo que se decide en el momento, de acuerdo con el contexto. En el ámbito militar, en relación con la relación con el otro, al enemigo, como con lo que sucede entre ambos, a partir de lo sorpresivo, no calculado, que se presenta. En ese sentido, una estrategia puede tener medias establecidas previamente, pero muchas tácticas que se puedan ejecutar, incluso decidir e inventar -es un savoir faire- con eso de la experiencia, lo no anticipado.

Hoy el mundo que vivimos no es lo que era antes. Los referentes (de comportamiento, de identidad, de ideales, economía…) que otrora sirvieran como modelo de vida, estableciendo un orden familiar, educativo, social, laboral y político, cuando no han sufrido su completa evaporación, han cedido y compartido espacios con otros referentes, múltiples y variados. Para algunos esto representa una amenaza al orden que conocían, para otros, dichos cambios han permitido avances y legitimación de otras formas de vida. Son dos formas, dos posiciones de vida: una que busca reiterar algo pasado, mantener lo mismo, bajo la ilusión de que solo controlando la vida se puede mejorarla, con una visión más de volver al pasado en el presente. Mientras que la otra, más flexible, está basada en reconocer las posibilidades de expansión de un determinado campo (de saber, tecnológico, económico, artístico…) de múltiples formas, hasta ahora no inventadas, con una visión en el futuro que es el presente, cancelando la nostalgia y la esperanza como formas de vida.

Sigmund Freud nombró tres actividades como imposibles: gobernar, educar y psicoanalizar. Pues cada una de ellas plantea -y rota- un imposible a resolver: hay algo que no es posible alcanzar de una sola vez por todas. Algo resiste y persiste, algo (lo ingobernable) se manifiesta y atraviesa esos tres ámbitos, una dificultad, un impasse, un agujero negro que plantea más de un interrogante, más de una dificultad, ante las cuales se requiere ser flexibles y creativos.

En ese sentido, tanto el objeto de la gobernabilidad, como de la educación y el psicoanálisis, generan, no necesariamente la erradicación total de la impotencia, la ignorancia y la dificultad en sus diferentes manifestaciones, sino un cambio en la relación con su quehacer y objeto: no tanto pasar de la impotencia a la potencia, sino de la impotencia a lo imposible, por un acto meramente de deseo y creatividad, responsable y arriesgada. Donde se advierte que “…la mejor forma de predecir el futuro, es inventarlo” (Jorge Forbes)

Un líder en el mundo actual será alguien que puede tomar decisiones tácticas, más que empecinarse por puro orgullo en estrategias fallidas, soportando el riesgo y la incomprensión, la crítica; siendo flexible y creativo ante lo que sucede. No se basa en la sola “objetividad” de los datos duros, la macroeconomía, las estadísticas, sino algo que es vida de cada día del colectivo.

“Un líder puede arriesgar su vida, pero no la de otros” (Andrés Manuel López Obrador) quiere decir que un líder no puede ejecutar decisiones y acciones irresponsablemente, haciendo que alguien más asuma las consecuencias de sus políticas, sin arriesgar su ser y función. No puede tomar decisiones desde una oficina, sin salir nunca a la calle; como un maestro -digno de ese nombre- no puede transmitir nada, sin incluir su relación de ignorancia y deseo por el saber en el proceso de enseñanza que intenta desarrollar; tanto como un analista, tomar noticia de su análisis, de su propio inconsciente, de su vida, en los tratamientos que dirige.

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