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Opinión Editorial


El Informe del Bronco


Publicación:14-10-2019
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Uno de los temas más relevantes en el transcurso de esta semana que termina  fue, sin duda, el Cuarto Informe  del gobernador de Nuevo León, el Bronco. La historia forma parte de un capítulo más de la trama del Bronco en relación con un Congreso, que ha sido condicionado a sancionarle por el caso de las Broncofirmas, una conclusión a la que llegó el Tribunal Federal Electoral, con respecto al comportamiento del Bronco en el uso ilegal de recursos humanos en la fallida campaña para ser presidente de la república.

Todo se derrumbó, como diría el Príncipe de  la Canción, todo se derrumbó en un instante, cómo no recordar aquella toma de protesta del aún gobernador de Nuevo León, prometiendo que no le fallaría a la raza, y asegurando que “gracias a su confianza hemos logrado llegar hasta aquí…”. Esta frase sobre la confianza de los electores, la utilizan los políticos cuando toman protesta, y  forma parte de un slogan propio de ese momento de entusiasmo, donde aseguran que no van a fallar al pueblo; el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, también lo utilizó recientemente; Andrés Manuel López Obrador (AMLO) la pronunció hace  poco más de un año durante su toma de protesta en el Zócalo capitalino; el Bronco la había  pronunciado antes cuando en el 2015, el primero de julio por la noche, cuando se dieron a conocer los avances del Programa de Avances Preliminares  (PREP), prácticamente se dio por ganador de aquella victoria épica de un independiente contra el sistema de partidos.

Gobernar es un arte difícil, que posee su ciencia, un oficio que cada político lo interpreta de diversa manera; las promesas centrales en la actualidad, en prácticamente los tres niveles de gobiernos, son la lucha contra la inseguridad y el combate a la corrupción.  Estos dos temas también fueron promesas del actual gobierno estatal y, fue lo que más le reclamaron los diputados en el pasado Cuarto Informe de gobierno.

Si  un político va a tratar de enriquecerse utilizando su puesto público, vale más que lo haga en grande, porque igual es “robar poquito” como lo confesó el impresentable exalcalde de San Blas, Nayarit,  Hilario Ramírez; que realizar una estafa maestra multimillonaria; para el pueblo elector es igual de ladrón uno que otro, sin embargo, mediáticamente es mayor escándalo la psicopatía de decenas de Duartes que pululan  en la administración pública.

Si el político promete combatir la corrupción en su gobierno, no puede tener escándalos de corrupción durante el mismo, y menos que lo involucren.  Independientemente de las implicaciones legales que ello conlleve, este tipo de noticias rompen el encanto con el pueblo, generan desconfianza en los electores que en su momento castigarán al partido y al gobernante en turno.

En el ámbito del combate a la corrupción, no hay medias tintas, se es o no se es corrupto; pero los grises existen, y hay niveles; la cero tolerancia implica que el político renuncie a un enriquecimiento ilícito de manera total, sin medias tazas; AMLO está siguiendo este camino lleno de tentaciones monetarias; el gobernante debe comportarse como un asceta moral. Tenemos el caso intermedio, donde el gobernante asegura que le salió barato al pueblo, o que sí robó, pero poquito; además del caso Layín (Hilario Ramírez), tenemos los escándalos del Bronco: el cobijagate, el broncodron  y la suegra incómoda; aunque los montos son menores en comparación con lo que otros gobernadores han saqueado al erario, no deja de ser un acto inmoral y de consecuencias legales; y luego en el otro extremo del péndulo, encontramos a los maestros de la estafa, los Duarte, que no son el ejemplo a seguir para un aprendiz de corrupto ya que al ex gobernador veracruzano,  lo atraparon con las manos en la masa; los ejemplos a seguir son los campeones, los gurús de la corrupción, aquéllos que se enriquecieron durante su cargo pero que los acusadores, fiscales sin oficio, simplemente no lograron retenerles tras las rejas de una presión; en este último ejemplo tenemos la acción fallida del Bronco en contra de su antecesor, Rodrigo Medina.

El otro tema de la inseguridad que ya mencionamos, también fue señalado por los congresistas como una acción fallida por parte del gobierno actual, mencionan que se desmanteló a Fuerza Civil, otrora orgullo de una policía militarizada entrenada para actuar en  contra de organizaciones criminales de grueso calibre.  Las policías locales son el hilo más delgado, pero en este caso se acusa de que el hilo se adelgazó también en un nivel  estatal, lo cual es preocupante, ya que la infiltración de los grupos criminales en las corporaciones policíacas es lo que los vuelve fuertes ante el estado.

Parece ser que el mayor logro del Bronco en este año fue el cierre del Penal del Topo Chico; en realidad lo que se celebra fue una gestión, ya que no se construyó el penal nuevo de  Mina, solo se amplio y adecuó el penal de Apodaca, y se reubicaron presos en penales federales. El proyecto de realizar un parque con un archivo general del estado es muy buen proyecto, faltan los recursos para concretarlo.

Otro logro ha sido, considerando  el período de gobierno de los cuatro años,  el mantener a raya las finanzas públicas, considerando que se recibió un estado en una situación económica delicada.

Se queda a deber en el tema del metro, de la movilidad sustentable, en acciones contra la contaminación, entre otras;  tenemos un gobierno centrado en  la obra pública de mediano nivel; por ello la importancia de  la Presa Libertad que apenas está en pañales, pero al parecer se tienen las bases para su desarrollo durante este período de gobierno.

Quitar el financiamiento a los medios de comunicación fue una acción acertada, lo que no ha sido adecuado es gastar millones con agencias publicitarias fallidas, ya que, a pesar de ello, el nivel de aprobación del gobernador es de los más bajos a nivel nacional.

La pregunta que se convierte en un acertijo sin resolver para el Bronco, que le quita el sueño ya que de esto depende su viabilidad política en  el corto y mediano plazo, es el cómo recuperar la confianza del pueblo elector, de los miles de ciudadanos que le entregaron su voto con la esperanza de que cumpliera con sus promesas de campaña.

El Bronco tiene que aprender de su experiencia, de otra manera está condenado a repetir sus mismos errores: si en campaña prometió eliminar la tenencia, durante su gestión inicial como gobernador reculó y dudó en seguir con la promesa, considerando que esto afectaría las débiles finanzas gubernamentales; si un Tribunal Federal Electoral lo acusa de haber utilizado su puesto para poner a su servicio recursos humanos gubernamentales  a favor de sus intereses y proyectos políticos personales; ¿cómo es posible que durante el día de la presentación se hiciera acompañar por una valla de funcionarios y simpatizantes que, según la prensa, logró constatar, que al peor estilo priista de antaño, fueron acarreados  con autobús, lonche y  dinero en efectivo como recompensa para el esfuerzo realizado por las porras que lo escoltaron? Y la pregunta nuevamente está ahí, si el Tribunal Federal Electoral ya dictaminó que utilizó recursos del gobierno para sus intereses políticos personales, ¿por qué nuevamente, utilizar recursos humanos del gobierno, además de acarreados subsidiados por no sabemos  quién, para que le hagan una valla de honor en su camino del palacio de gobierno al Congreso del estado?   ¿Por qué fallar nuevamente a la promesa inicial de mantenerse sencillo aún siendo poderoso? ¿Por qué actuar con la pomposidad de un emperador en su camino al Congreso, distrayendo recursos del gobierno para ello?

 

 

 



« Redacción »
Arturo Delgado Moya

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