banner edicion impresa

Opinión Columna


Se alquila Congreso


Publicación:20-09-2019
version androidversion iphone

++--

Lo dicho: la Cuarta Transformación no llegó a Nuevo León

En épocas de mercantilismo galopante, cuando las transacciones comerciales se hacen hasta de manera virtual, la compra-venta de conciencias es un producto más, sujeta a la ley de la oferta y la demanda. No señores, yo tengo mis principios –dijo una vez Groucho Marx golpeando la mesa donde se encontraba parlando- pero si así lo desean los puedo cambiar. El humor a veces se vuelve trágico. Y dan ganas de llorar de risa pero también de pena.


Y eso, como lo dijimos la semana pasada, es lo que sucede en el Congreso del Estado. Tan mancillado como nunca antes. Se pierde por completo la verdadera vocación del puesto legislativo: la representación de un sector de la población al cual hay que rendir cuentas y cumplirle con lo aseverado. Con el despapaye que se tiene en el Congreso ni para cuando asome el rostro –iracundo o indiferente- del electorado, del ciudadano que votó.


Es decir, los diputados en lo último que piensan es en los ciudadanos cuando se cambian de color, de vestido, de curul, de siglas, de piel, sin que asome el menor prurito de vergüenza. Por eso, quizá a priori, los mismos ciudadanos no votan ya por un partido determinado, porque de nada sirve la emisión de su voto, ya que el diputado puede cambiar de partido sin miramiento alguno y sin tomar en cuenta al ciudadano. Ninguno de los volátiles ha convocado a sus ciudadanos para someter a votación si están de acuerdo con que se cambie de partido.


La reciente renuncia de la legisladora Claudia Tapia, cuya belleza se nivela con su temperamento, viene a derramar el vaso. No bien había presentado una iniciativa para que los diputados no pudieran volverse saltimbanquis cuando ella deja el partido por el que llegó al Congreso para inventar que se convierte en Independiente dentro de una corriente invisible llamada Morena Cuarta Transformación. O sea: se va de Morena sin irse de Morena. Ni los mejores especialistas en teorías de determinación florida con aspavientos que remiten a retruécanos y estrambotes pueden ubicar semejante galimatías.


De hecho, Claudia Tapia llegó no de buenas maneras a ocupar el cargo del que ahora se retrae, pues cuando iba de candidata directa vio que sus posibilidades de llegar eran nulas, por lo que recurrió a su amiga Yeikol para que quitaran a un verdadero activista y militante de Morena que por sus méritos merecía la candidatura plurinominal y la pusieran a ella. Desde entonces se supo que la verdadera culpable del margallate legislativo en Nuevo León es Yeidkol, de apellido impronunciable, la dirigente nacional de Morena.


Yeikkol dijo: quien quiera ser diputado(a) que pague su campaña, porque todo el dinero de Morena va a la campaña presidencial. Todo eso, desde luego, con el visto bueno de Andrés Manuel López Obrador. Y desde entonces se explica la debacle de Morena: sus diputados pertenecen a otros partidos y trabajan para esos partidos, no para Morena, contrario a lo que hubieran hecho los verdaderos militantes y activistas de Morena.


Por eso mismo, con toda la vorágine de pedaleos síncronos protagonizada por cangallas y maruecos, quien sale perdiendo es, precisamente, Morena, al quedar con una minoría. Queda, si acaso, un diputado, todos los demás pertenecen a otros partidos aunque vistan el color moreno.


Lo dicho: la Cuarta Transformación no llegó a Nuevo León.



« Redacción »