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Opinión Columna


¿Por qué las ciudades se hermanan?


Publicación:07-09-2019
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El hermanamiento entre Guadalupe y Tlaxcala será el motor del desarrollo recíproco, sí.

 

Es innegable que nuestro país pasa por una revolución de pensamiento, de conductas, de opiniones. A primera instancia uno podría temer una marcada polarización.


Circunstancias que derivan en la exaltación de nuestras diferencias políticas, sociales, económicas y culturales. Es un hecho.


Pero no todo está perdido si quienes tenemos la honrosa responsabilidad de la función pública, le apostamos al rescate de nuestras coincidencias.
A unir los puntos de la identidad que en términos macro, nos caracteriza.


Hace unos días, como alcaldesa del municipio de Guadalupe, encabecé la ceremonia de Hermanamiento con la ciudad de Tlaxcala.


Recibimos a su presidenta municipal, Anabell Ávalos Zempoalteca y a funcionarios de su gabinete.


Un acto fraternal enmarcado en la celebración de los 500 años del Encuentro de Dos Culturas, que se festeja de manera particular en esa parte del país, donde la historia cita el inicio de lo que hoy, a grandes rasgos, conocemos como México.


A pesar de la conquista, la grandeza de la cultura Tlaxcalteca se mantiene en nuestros días. Sus tradiciones ancestrales son orgullo nacional y ahora con mayor razón, nuestro.


Este nuevo puente entre dos ciudades tan distintas y distantes, es justamente la consagración de la suma de voluntades.


De dos gobiernos municipales que tenemos entendido el valor de nuestras coincidencias.


Descubrimos que nuestra políticas públicas son concurrentes en lo social, pues impulsamos por igual la justicia de los más necesitados.


Que existe una marcada concomitancia en nuestros objetivos de desarrollo e impulso económico.


Fue inevitable que nuestros grupos empresariales acordaran alianzas y estrategias de inversión y participación en los mercados de cada municipalidad.


El cabildo de Tlaxcala se llevó las muestras palpables de la transformación que hemos logrado en nuestro municipio.


Un estadio de nivel mundial, infraestructura médica y turística por citar algunos ejemplos.


El hermanamiento entre Guadalupe y Tlaxcala será el motor del desarrollo recíproco, sí.


Pero más allá de eso, es la muestra irrefutable de que aún en tiempos “donde nadie escucha a nadie”, existe el eco del llamado a “ser uno para ser todos”.



« Redacción »
Cristina Díaz Salazar


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