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Opinión Editorial


Las Bronco firmas y su sanción


Publicación:19-08-2019
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Toda acción trae consigo una reacción, reza un proverbio popular y, en el caso de las Bronco firmas, no es la excepción; y es que de acuerdo con una resolución de la Sala Regional Especializada del  Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), el gobernador de Nuevo León, durante la pasada campaña de las elecciones del 2018, donde aspiró a la presidencia de la república como candidato independiente, se recolectaron durante ese período, 19,000 firmas participando en su recolección 572 empleados del gobierno estatal, lo cual está prohibido por la ley.

El Tribunal juzgó y remitió al Congreso del Estado de Nuevo León para que se aplique una sanción, donde el Congreso, que tiene hasta el 20 de diciembre del año en curso,  deberá decidir si lleva a cabo una acción punitiva y de qué tipo; para meter más leña  a la lumbre, el periódico El Norte publicó hace  un par de días, los resultados de una encuesta donde se pregunta qué tipo de sanción deberá recibir el gobernador: un  55% considera que deberá ser destituido;  un 19%  opta por la inhabilitación temporal o permanente; un 13% multa económica;  y un 10% la amonestación. En otra encuesta difundida por Movimiento Ciudadano, realizada por la empresa Massive Caller, el 79% pide la destitución; un 11% una multa económica; y un 9% una amonestación.

La encuesta refleja el sentimiento de la población encuestada, que traduce un resentimiento, una frustración, un enojo social, según el sondeo de El Norte, el gobernador de Nuevo León cuenta con una desaprobación de un 87%; una elección donde  se desarrollaron altas expectativas respecto al triunfo de un candidato independiente en el 2015, y lo que significó para la gente que el  Bronco abandonara temporalmente el cargo para el cual fue electo para ir por un sueño guajiro, seguramente traerá sus consecuencias, y parece ser que éstas se adelantaron, ya que este mismo año se podrá resolver qué ocurrirá con su puesto actual, si permanece o se va.

El senador por Movimiento Ciudadano (MC) es en parte el artífice de esta situación ya que inició el proceso por el cual el Tribual Electoral decidió que el Bronco deberá ser sancionado. Ahora le toca a los legisladores locales llevar a cabo le ejecución de este dictamen legal. Los diputados de otras bancadas no quieren que el senador del MC se lleve el crédito por el castigo al Bronco, sería como empujar aún más su carrera por la candidatura a la gubernatura del estado para las elecciones del 2021. Pero no pueden excusarse y hacer caso omiso a la sentencia del Tribunal Electoral.

Negociar, negociar y negociar, seguramente es lo que todas las bancadas así como el ejecutivo del estado, tratarán de llevar a cabo para resolver de la manera más conveniente para las partes involucradas. La sanción es inminente, lo que no sabemos es de qué nivel será la misma. Si realmente será ejemplar o solo un compromiso velado por salvar a los involucrados y tratar de engañar los sentimientos de la población que desea que el Bronco reciba una consecuencia por sus acciones.

La bancada del PAN no quiere que MC se lleve el crédito ya que es el principal contendiente electoral para la campaña 2021; pero tampoco quieren perdonar al Bronco porque esto los desacreditaría para participar dentro de dos años como oposición realmente convincente.  Desde esta perspectiva tendríamos el primer escenario: sancionar levemente al Bronco y dejar caer todo el peso al segundo de abordo, el secretario de gobierno.

Este escenario es el que más conviene al Bronco, y seguramente dentro de su estrategia de defensa será el argumento que procurará desarrollar: durante ese período de las elecciones tuve licencia por parte del Congreso y eso me excusa de toda responsabilidad. El culpable de todo es el gobernador interino durante ese período: el actual secretario de Gobierno.

Lavarse las manos con Manuel González es la esperanza del Bronco; que se sancione duramente al actor principal de los hechos, sin que se vea salpicada la imagen del gobernador. Este es el escenario del chivo expiatorio para distraer la atención y simular que el castigo fue ejemplar (en términos populares se dice: taparle el ojo al macho).

La estrategia puede funcionar, aparentemente, pero el electorado estará esperando junio del 2021 para cobrar esta deuda a todos los involucrados, independientemente de cualquier partido al que pertenezcan.

Los diputados que quieran salvar  el pellejo propio y no el del gobernador, deberán optar por el escenario 2, culpar al Bronco y de pasada, a su operador, el secretario general  de gobierno. Aplicar todo el rigor que sea posible, dar un escarmiento a todo aquel funcionario que quiera pasarse de listo utilizando indebidamente los recursos públicos para fines ilícitos. 

Esta estrategia es doblemente útil, ya que les permitirá quedar bien con los electores, levantarse el cuello al hacer historia, sancionando a un gobernador abusivo, tratando así de lograr reelegirse en sus puestos o buscar uno aún mejor durante la campaña del 2021. Más vale hacer la lucha y no quedar en el intento.

Además, esta estrategia es doblemente útil como dijimos, porque será el golpe mortal, al menos temporalmente, para la imagen de las candidaturas independientes, que fue el factor determinante de que los partidos mayoritarios en el estado de Nuevo León, dejaran de gobernar durante casi un sexenio. El descredito por esta figura política sería inminente ya que podría asociarse el hecho de una candidatura independiente con un gobierno desorientado e ineficaz.

Quien debe estar preparando ya su defensa será el secretario general de gobierno, entonces gobernador interino, ya que en esta ocasión le tocaría la de perder, especialmente si se cumple su función de chivo expiatorio, culpable por el pecado de los demás. El dilema de este tipo de posición es muy lamentable: el chivo expiatorio da la cara por el jefe durante la realización de los hechos, participa y los lleva a cabo con el riesgo que esto implica, es decir, se la juega; luego vienen las consecuencias y el jefe al que sirvió denodadamente, simplemente se trata de lavar las manos y lo deja caer en desgracia. Allí el chivo expiatorio se percata que fue utilizado y que su lealtad no fue correspondida con la misma moneda.

Parece ser que esta historia política tendrá su lección moral que nos trae a la memoria otra historia contemporánea: Robles y AMLO fueron correligionarios de lucha política, Robles inclusive más de izquierda que AMLO, y ahora ella está detrás de las rejas del penal de Santa Martha Acatitla, y él durmiendo en una pequeña suite del Palacio Nacional, con México a sus pies. La diferencia se debe, según el presidente, a la calidad moral de los actores políticos; una moral que no es un árbol que dé moras, pero si no se le atiende puntillosamente, su omisión o falla pueden descarrilar las trayectorias políticas más deslumbrantes.

 

 



« Redacción »
Arturo Delgado Moya

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