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Opinión Columna


Pernición del endeudamiento


Publicación:15-08-2019
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Por lo pronto Rosario Robles aduce que todo lo hizo por instrucciones de Enrique Peña Nieto.

Los aspectos más sentidos en la vida de México a consecuencia del ascenso de Andrés Manuel López Obrador al gobierno, de su permanencia en el poder y de transmitirlo intacto llegado a su término, están asociados al abuso de que por más de treinta años no sólo se dispensó de lo que por algún tiempo se estimó como la “honorable obligación de contribuir para solventar las cargas públicas”, sino de vivir a expensas de los oscuros negocios que deja la administración del dinero público, que por algún tiempo originó el malestar de crear una fácil contribución común sobre el consumo, la cual en el país resucitó algunas de las reivindicaciones no atendidas en la historia de que todos “los ciudadanos tienen derecho a constatar por sí mismos , o por sus representantes, la necesidad de la contribución pública; a considerarla libremente, de vigilar su empleo y de determinar la cuota, la base, la recaudación y la duración” (Artículo 14); al lado de la consideración de que “la sociedad tiene derecho de pedir cuentas de su administración a todo agente público” (Artículo 15 de la Declaración del 26 de agosto de 1789).


Desde luego, los principios anteriores no pueden asegurarse sin la garantía social de asegurarle a cada ciudadano la conservación de los derechos, que tiene como base la soberanía nacional, y la cual no puede existir si los límites de las funciones públicas no están claramente determinados por la ley, y si no está asegurada la responsabilidad de todos los funcionarios”. Lo cual debe conducir invariablemente al propósito de que “los delitos de los mandatarios del pueblo y de sus agentes no deban (ni puedan) quedar impunes nunca…“ (Artículos 23 y 31 de la Constitución francesa de 1793).


En el país persiste la sospecha de volver contra el terreno por el que la mayoría sufragó, debido a las artificiales complicidades al que ha dado lugar un inexistente sistema de partidos que ofrezca una alternativa de gobierno distinta, la cual fuera apenas superada durante las pasadas elecciones que hicieron surgir a Andrés Manuel López Obrador por una abrumadora mayoría, como producto de un movimiento social sin coherencia de la clase social más beneficiada por las decisiones del gobierno y de sus intereses jerarquizados y diferenciados para evitar que su base social se exponga a sobresaltos.


Lo que antes fue superado gracias a la creación de un organismo constitucional, técnico y autónomo, como el Instituto Federal Electoral pero cuya función no pudo sustraerlo de la complicidad ni de las componendas que abrió el financiamiento público de los partidos dentro de una sociedad grotesca parecida a la feudal por la pluralidad de las clases, cuando la única opción para el escrutinio público era escoger la que no practicaba el gobierno en nombre de una sociedad plural, convirtiendo de esta manera en principio casi por aclamación lo expuesto a pie juntillas por Bolingbroke: Un partido degenera en facción cuando el interés nacional deviene como un objetivo secundario o subordinado, y la causa se apoya más en la estrategia del beneficio o posicionamiento del partido o facción, que en la atención de las necesidades e intereses jerarquizados de la nación.


Cuando en lo personal, plantee la conveniencia del financiamiento público de los partidos políticos se hizo sobre la base de que éstos desarrollan una función educativa, integradora de la sociedad ante los electores, sirviendo de puente de comunicación entre sociedad y Estado, al definir el orden de las necesidades de la población, la manera de ser atendidas sobre la base de que debía tener como misión el control y la crítica minuciosa del Gobierno; a la cual debía compensarse por su papel de crítico de las acciones de gobierno, tal como se experimentó en el área de influencia británica(Cfr. Poder y Grupos de Presión Internacional. Cuadernos del Instituto de Investigaciones Jurídicas. Universidad Nacional Autónoma de México. Año II. Núm. 5, mayo-agosto de 1987); en el estricto sentido de que la educación es rigurosamente indispensable para la práctica de
la democracia, en cuanto permite leer, despejar y esclarecer el tentador lenguaje de la demagogia preso en la oscuridad de las pasiones del pueblo, consagrándose con devoción mística a la labor conspiratoria para las próximas elecciones.


El financiamiento público de los partidos lo único que favoreció, durante la atapa del neoporfirismo fue un mecanismo para favorecer la creación de una mayoría artificial que suministró una fuente de sustentación a las decisiones del gobierno, basado en los incentivos de participación política y no sobre la discusión doctrinal de las medidas adoptadas que implican un esfuerzo ciudadano y tareas programáticas, lo cual es llevado al centro de los negocios de la radio y la televisión sustituyendo de esta manera un problema de ideas y de proyectos en una cuestión que representa aspectos diametralmente diferentes de la opinión pública, a la que el sistema de partidos sólo contribuye como un mecanismo de distorsión y violación de las expectativas de los electores.


Por esta razón, el gobierno de Enrique Peña Nieto se dedicó a la labor de comprar conciencias, creyendo que el surrealismo de la deformación de la realidad mediante las estructuras mentales que suplantarían un mundo que surge del trueque de espejitos por la extracción de oro y plata, hasta del ámbar chiapaneco. La ilusión salinista de tener acceso a los niveles del Primer Mundo encuentran su descuello en el tratado de libre comercio, en tanto Donald Trump (Estados Unidos) abandona las doctrinas aperturistas de las fronteras, y asume los viejos nacionalismos que desataron las dos grandes conflagraciones, y la última generación del sistema hegemónico del Partido Revolucionario Institucional y de su pluripartidismo de alianzas se acabó con los recursos del petróleo para liquidar el único negocio que le podría quedar al país, dejándose acompañar de los depredadores del México del siglo XXI: Rosario Robles para principiar por las dádivas por la compra de conciencias, el autor intelectual del endeudamiento del país Luis Videgaray y sus alfiles que lo siguieron en la Secretaría de Hacienda. Por lo pronto Rosario Robles aduce que todo lo hizo por instrucciones de Enrique Peña Nieto.



« Redacción »
Carlos Ponzio


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