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Opinión Editorial


Tanto análisis produce parálisis


Publicación:01-07-2019
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Fue en septiembre del 2018 cuando el Consejo Estatal del Transporte en Nuevo León aprobó incrementar las tarifas camioneras, del Metro y taxis.

Por lo que se refiere al servicio público de pasajeros, el ajuste aprobado fue de un peso con deslizamiento de 50 centavos cada 90 días hasta el 2021; las tarifas preferenciales, se acordó, se mantendrían inalterables.

Y por lo que se refiere al servicio de autos de alquiler, se elevaría en un peso el banderazo.

De la misma reunión se extrae que los empresarios retirarían de la circulación un total de 800 unidades en mal estado, proceso que tardaría hasta 8 meses.

Este anuncio se produjo luego de 4 años en que no hubo ajustes en el servicio público de pasajeros.

Con el aumento aprobado en septiembre, el de Monterrey se convertiría, nada más y nada menos, en el transporte más caro del país.

Llegó la presión ciudadana, las protestas; emergieron organizaciones civiles. Desde el Senado se pidió al gobernador revertir el aumento.

El caso es que el acuerdo del CET jamás procedió.

Y desde entonces se abrió un largo, de verdad largo, compás de espera en el que las unidades en mal estado no se han retirado, en que los usuarios del transporte están en la zozobra de que en cualquier momento se publique el acuerdo y los empresarios esperando empezar a ganar porque, dicen, sólo hay pérdidas.

Y el caos se ha hecho presa de nuestro servicio del transporte por que el Estado no ha sido capaz de lograr un consenso con las partes.

Dice ofrecer incentivos a los empresarios, mejores gasolinas; mientras que a los usuarios sólo les dice que se conformen, que es necesario el aumento.

Pero los empresarios se han cansado de esperar algún real gesto de buena voluntad… y nada.

Y por eso se van por la libre y de manera unilateral han ajustado las tarifas, se van a paro y el único que se sigue viendo afectado, es el ciudadano como usted o como yo, que a diario debe tomar 1, 2 o quizá hasta 3 camiones para llegar a su destino. Ello sin contar con el tiempo que debe invertir en traslados.

El estado sigue analizando, sigue viendo qué hacer, pero nada, absolutamente nada de lo que ha propuesto o bien, ofrecido, ha funcionado.

Ni la salida de Jorge Longoria de la Agencia Estatal del Transporte, o la figura de los consorcios donde en honor a la verdad, prevalece la insuficiencia de unidades, la mala capacitación de operadores, las unidades llenas y no obstante, se le sigue pidiendo a ese usuario, pagar más por un servicio que no lo vale.

Es difícil creer en que pronto se dé una solución donde todos salgamos contentos.

La mayor “idea” oficial sigue siendo hacerse responsable del transporte, operar las rutas, endeudarse más allá del actual periodo. Y como el Congreso no quiere hacerle segunda, este análisis que ya lleva nueve meses, sólo ha producido una desastrosa parálisis.

 

Comentarios: nelly.cepedagzz@gmail.com



« Redacción »