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Opinión Columna


Igualdad de derechos para jóvenes en el Congreso


Publicación:15-06-2019
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Es hora de darles a los jóvenes la posibilidad de llevar al Senado su voz, que sean ellos mismos quienes rejuvenezcan la estructura legislativa

 

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos tiene múltiples contradicciones que superar. Una de ellas se refiere a las edades para ser legislador federal. Para ser diputado se establece el requisito de 21 años y para ser senador de 25. Pero la materia jurídica de ambos es la misma: legislación federal y control político del Poder Ejecutivo. ¿Por qué existe esta diferenciación para acceder al ejercicio de un derecho? ¿Por qué para ser legislador federal existen dos edades distintas? Si nos atenemos al principio de progresividad, la edad que debe predominar es aquella que amplía los derechos, es decir, en este caso, la edad de 21 años para poder ejercer el derecho de acceder al cargo de legislador federal.


La historia de la edad para acceder a un cargo legislativo federal muestra una tendencia a la reducción. Comienza con 35 años y va bajando a lo largo del tiempo. Veamos.


En el Diario de los Debates del Constituyente de 1857, se encuentra el siguiente argumento: "Para que el sistema representativo sea la verdadera expresión de la democracia, el sistema electoral debe fundarse en este principio. Todo ciudadano es elector y elegible. Cualquiera restricción a este principio es antidemocrática y absurda".


Después, en 1916, el diputado Francisco J. Mujica señaló "La juventud, señores, va siempre en pos de un ideal; las cámaras populares no pueden representar más que los ideales del pueblo; esa es su esencia misma". No obstante, la Constitución de 1917 estableció la edad mínima para ser senador de 35 años cumplidos al día de la elección.


En la Reforma Constitucional del 29 de abril de 1933, la edad para ser Senador quedó intacta, y solo se estableció el principio de no reelección legislativa.
En el decreto del 14 de febrero de 1972, cambió el requisito de edad para ser senador, bajando de 35 a 30 años cumplidos; finalmente, el 29 de julio de 1999 se estableció que el requisito sería de 25 años cumplidos al día de la elección. Ese requisito rige hasta nuestros días.


En la Exposición de Motivos de la iniciativa del 27 de abril de 1998 se argumentó lo reflexionado en los debates de las constituciones de 1857 y 1917 a efecto de que la edad para votar y ser votado fuera la misma; asimismo, los incitantes señalaron que "mediante el afianzamiento de los métodos democráticos, se está alcanzando una estabilidad política que nos está permitiendo consolidar la democracia y abre amplias posibilidades a la expresión legítima de la disidencia ideológica, por lo que proponen reformas a la Carta Fundamental para acelerar el desarrollo político que hasta ahora se ha venido dando".


En ese debate, el entonces diputado Victorio Montalvo expresó que "aunque no es lo que los jóvenes ciudadanos mexicanos merecen, lo aceptamos como un avance importante, si bien provisional. El origen de las barreras de edad, es el miedo a la democracia".


Es importante mencionar que el Congreso de la Unión se integra por ambas cámaras; es decir, un solo congreso que representa al Poder Legislativo, que ha luchado por la igualdad de derechos de las mexicanas y los mexicanos. Por ello, resulta incluso incongruente la diferencia del requisito mínimo de edad entre un diputado y un senador que establece actualmente el artículo 58 de la Constitución Política, que hoy día reza: "Para ser senador se requieren los mismos requisitos que para ser diputado, excepto el de la edad, que será la de 25 años cumplidos al día de la elección".


Esa diferencia restringe la igualdad de derechos de quienes aspiran a ser postulados como senadoras o senadores de la república, porque se presume que mayor edad representa más experiencia en la actividad legislativa y parlamentaria, lo cual no necesariamente es verdad. Por ello, homologar la edad como requisito para ser legislador, a efecto de que se establezca como única edad de 21 años cumplidos al día de la elección, es un acto no solo de congruencia, sino también de justicia.


Es hora de darles a los jóvenes la posibilidad de llevar al Senado su voz, que sean ellos mismos quienes rejuvenezcan la estructura legislativa y traigan aire fresco a la vida parlamentaria de México.



« Redacción »
Martí Batres


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