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Opinión Editorial


México declara la guerra al eje Berlín-Roma-Tokio


Publicación:27-05-2019
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En plena Segunda Guerra Mundial, los gobiernos de Alemania con Adolfo Hitler al frente, Italia con Benito Mussolini, y Japón con Hiro Hito emperador, llamados también Países del Eje, hacían sus planes de expansión territorial por el mundo entero, pero tenían la oposición de los países aliados encabezado por los Estados Unidos de América, Francia, Inglaterra y la Unión Soviética, países autonombrados Aliados en su lucha por la democracia, la libertad y su soberanía.

Las acciones bélicas empezaron en Europa central con la agresión de Alemania, en su empeño de avanzar hacia el oriente y llegar en mediano tiempo a Moscú; Italia se proponía conquistar los países de África del Norte; y Japón tenía como objetivo dominar parte de China y algunas islas bajo la influencia norteamericana.

El 28 de mayo de 1942, el presidente mexicano Manuel Ávila Camacho promulgó el decreto donde declara la guerra a los Países del Eje, a partir del 22 de mayo, por la agresión que dichos países cometieron contra nuestro país al hundir las embarcaciones “Potrero del Llano” y el “Faja de Oro”, al mismo tiempo que torpedearon otras embarcaciones de menor tamaño como el “Tuxpan”, “Las Chiapas”, el “Oaxaca” y el “Amatlán”, entre otros.

El anuncio presidencial lo hizo el general Ávila Camacho desde el Palacio Nacional rodeado por el general Lázaro Cárdenas, a quien nombró jefe del ejército en la región del Pacífico y, posteriormente, Secretario de la Defensa Nacional; así mismo, nombró  al general Abelardo L. Rodríguez jefe del ejército en el Golfo de México.

La política del presidente Ávila Camacho era proclamada en torno a la unidad nacional. En primer lugar debido al conflicto internacional bélico que se vivía; en segundo, en materia de educación, por medio de un decreto secundario,abrogó la educación socialista que el expresidenteLázaro Cárdenas había establecido; y como éste, hizo más cambios en lo laboral, en el campo y en la política revolucionaria del general Cárdenas, haciendo de México un país más moderado, y menos “socialista”. Los logros del general Cárdenas para una amplia población comenzarían, en ese momento, a pasar a la historia.

 

El gobierno de los Estados Unidos de América mantuvo su hegemonía sobre los gobiernos latinoamericanos y la posterior creación de la Organización de Estados Americanos fue para salvaguardar la integridad territorial de cada Estado, su gobierno y su soberanía bajo el liderazgo del gobierno norteamericano.

El presidente Ávila Camacho pronunció un discurso con alto sentido patriótico en defensa de la soberanía, la libertad y la independencia nacionales, y concluye que “llegado el momento, cada mexicano sabe ser un soldado decidido y defensor de la patria, lo mismo en la lucha armada que en el trabajo, en la producción, en la abnegación o en el sacrificio”, unas palabras que presagiaban el carácter férreo que, en las décadas posteriores del neoliberalismo, la ciudadanía mexicana habrá de forjar con conciencia crítica, participación política y paciencia.

México -desenterrará un historiador de aquel momento de mitad del siglo XX- a pesar de ser un país amante de la paz, se preparó para la guerra, porque así lo requería su dignidad y porque así lo reclamaban las circunstancias.

En el contexto del conflicto bélico, en Washington se creó la Comisión México-Americana de Defensa Común. Y derivado de este acuerdo, nuestro país aportó un contingente humano a la guerra, a través del Escuadrón 201 que integró la fuerza expedicionaria bajo las órdenes del coronel Antonio Cárdenas Rodríguez.

La presencia militar mexicana en y durante la Segunda Guerra Mundial se registró en la fuerza expedicionaria del Pacífico y, al concluir los eventos bélicos, regresaron a nuestro país, como verdaderos héroes nacionales, algunos con decoraciones que el ejército norteamericano les otorgaba por sus actos heroicos y el valor decidido a vencer al enemigo japonés.

En relación a la causa que originó la participación mexicana en dicho conflicto bélico, el hundimiento de barcos petroleros  por parte de tropas alemanas, también se ha escrito y dicho que fueron las tropas norteamericanas para obligar al ejército y gobierno mexicano a sumarse a las tropas del mundo en contra del nazismoy el fascismo imperante en Europa yregiones de Asia.

A partir de esa alianza, más el Tratado de Bucareli firmado por el general Álvaro Obregón, durante la historia moderna el ejército mexicano ha sido una institución dependiente de las políticas de nuestro vecino del norte. En algunos casos para beneficiar el buen desarrollo de las fuerzas castrenses mexicanas, pero la mayor parte de ellas, como obligación y ordenes presidenciales a obedecer lo que Estados Unidos de América requiera de apoyo de nuestro ejército nacional.

Como puede observarse, la participación de México en la Segunda Guerra Mundial fue un acto –con mayor decisión que obediencia- en defensa de nuestra dignidad nacional y permitirnos al gobierno y a los ciudadanos mexicanos a hablar de la defensa de nuestra libertad y de la solidaridad  con todos los pueblos del mundo.

Esperemos que, en los siguientes años, cada vez se glorifique más a nuestros fuerzas armadas nacionales en un contexto de servicio de la nación y para su defensa nacional en todos los ámbitos que lo requiera el país, y en ello incluimos la defensa de nuestros recursos naturales y energéticos, y no meramente acciones de carácter social o de invasión militar. Requerimos que el país defienda con la fuerza de sus palabras, y armas, de ser necesario, todo aquello que garantice el desarrollo del porvenir de nuestro México,pensando en nuestras siguientes generaciones de mexicanos, y que los recursos naturales y energéticos cada vez más serán el punto de inflexión para mantener una soberanía o sucumbir ante un invasor enemigo.  ¡En nuestro ejército nacional confiamos! ¡Somos uno con las fuerzas castrenses y patrióticas mexicanas!

 



« Redacción »
Arturo Delgado Moya

Arturo Delgado Moya


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