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Opinión Columna


Sigmund Freud


Publicación:08-05-2019
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El psicoanálisis puede ofrecer la amplificación de posibilidades para cada uno, en función del deseo y la implicación en su vida

Si en este siglo la clínica aún no ha cambiado, tiene que cambiar. En caso de no hacerlo, quedará obsoleta. Necesitamos pensar la novedad, o quedaremos amarrados a una práctica de calidad inferior a lo que podemos proponer – y tendrían razón ciertas revistas semanales que preguntan si Freud murió- ante las revoluciones que el mundo atraviesa. Respondemos de ya: ni Freud, ni el psicoanálisis murieron. (Jorge Forbes, Psicanálise: a clínica do real)
Sigmund Freud nació un 6 de Mayo de 1856 en Freiberg, Moravia, entonces parte del imperio austro-húngaro, hoy Prívor, República Checa. Cuando era pequeño su familia se mudó a la ciudad de Viena, donde cursó todos sus estudios y posteriormente desempeñó su actividad clínica. Cursó estudios de medicina, realizando investigaciones en fisiología y neuroanatomía, posteriormente se decidió por la práctica clínica, creando un nuevo método de tratamiento: el psicoanálisis. En el cuál se le pide al paciente decir todo lo que le venga a la cabeza, sin censurar u omitir nada, por decirlo de manera breve en este artículo.


El psicoanálisis es un método de investigación que revolucionó la forma de pensar e investigar los asuntos humanos. Se basa en la existencia de procesos desconocidos para la conciencia, pero que son eficaces para producir efectos en la misma, sea como sufrimiento (síntomas) actos cotidianos, aparentemente banales (sueños, errores, olvidos, confusiones, tararear una cancioncita, etc.) que portan una verdad para cada uno; dicha dimensión o sistema, recibió el nombre de Inconsciente.


El psicoanálisis ha inspirando desde el siglo XX prácticamente todas las ciencias, disciplinas y prácticas humanas. (Ver documental BBC: The century of the self) y aún hoy nos plantea nuevos retos, interrogantes y aportes en este siglo XXI (por ejemplo: The Pervert´s guide to cinema, The Pervert´s guide to ideology de Slavoj Zizek; Terra Dois, de Jorge Forbes, en TV Cultura, Brasil; Lessico Familliari, Lessico amoroso, de Massimo Recalcati, en Rai3, Italia, entre otros).


Freud descubrió, entre muchas cosas, que las palabras tienen el poder de tocar el cuerpo, al grado incluso de transformar su funcionalidad, descifrar síntomas, poder entender la lógica de tal o cual problema, enfermedad o sufrimiento, crear respuestas nuevas, creativas; pues más que el sólo recuerdo pasivo, cada psicoanálisis, apunta hacia una nueva forma de rememorar y resignificar lo vivido, basada más en una posición singular, subjetiva, que en un sometimiento a las expectativas de los demás, momento “….donde comienza el verdadero viaje” (Jacques Lacan)


Su primer gran obra se la dedicó al estudio de los sueños Die Traumdeutung (La interpretación de los sueños) publicada a inicios del siglo XX, en 1900, en la cual, con paciencia milimétrica, describe los procesos de formación de los sueños, sus mecanismos de figurabilidad y sus vías de interpretación, el cómo y para qué se interpretan sueños durante un psicoanálisis.


El psicoanálisis descubrió procesos mentales hasta antes desconocidos, inconscientes, “la otra escena” (Schauplatz) como también se refería el doctor vienés. Para ello, emplea un método que rompe con las lógicas de significación habitual: la asociación libre. El cual fue inspirado en dos eventos clave: un breve ensayo “El arte de convertirse en un escritor original en tres días” del escritor Ludwing Börne, así como el relato del tratamiento de una joven (Bertha Pappenheim) la cual le solicitó al médico que la atendía, Joseph Breuer, que guardase silencio y la escuchara, pues ella iba a emprender su cura por la palabra (Talking cure) comenzando a hablar y hablar, de pronto entre una idea y otra, se desahogaba, encontraba una conexión hasta antes desconocida.


Posteriormente, Freud se refiere a dicho método como la regla fundamental: durante un psicoanálisis se le invita al paciente a que hable de todo lo que se le ocurra, de todo lo que le venga a la mente, sin seleccionar previamente nada, por más ilógico o sin sentido que le parezca, se le invita a hablar sin censurarse. “Diga, pues, todo cuanto se le pase por la mente. Compórtese como lo haría, por ejemplo un viajero, sentado en el tren del lado de la ventanilla que describiera para su vecino del pasillo como cambia el paisaje a su vista" Freud (Sobre la iniciación del tratamiento) 
Ello va permitiendo que aparezca esa “otra escena” donde tienen lugar procesos inconscientes que dan base desde una cierta lógica inconsciente (Freud, S. Cap. VII, La psicología de los procesos oníricos, en La interpretación de los sueños) y de significación a lo que se experimenta (sueña, vive, padece, sufre, ama, odia...) siempre con la marca de un no saber del todo garantizado, con una extrañeza sobre nosotros mismos: “No sé que me sucede”, “No sé qué hacer”, dos preguntas que marcan nuestra condición humana: un no saber, de ahí la duda y la búsqueda, como también las apuestas e invención constantes a las que somos todos convocados.


En ese sentido, el psicoanálisis puede ofrecer –bajo ciertas condiciones de participación de cada persona- la amplificación de posibilidades para cada uno, en función del deseo y la implicación en su vida.


camilormz@gmail.com



« Redacción »
Camilo Ramírez Garza


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