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Opinión Editorial


“Las Armas Nacionales se han cubierto de gloria”


Publicación:06-05-2019
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El título de este artículo fue el encabezado del reporte militar que el   general Ignacio Zaragoza enviara al presidente de la República,  licenciado Benito Juárez, al concluir victoriosamente la batalla del 5 de mayo de 1862 en Puebla.

La invasión militar francesa a México, en 1862, estaba programada junto a los ejércitos de España e Inglaterra, ante un acuerdo del senado mexicano y del presidente Juárez de suspender el pago de la deuda externa mexicana, debido a los enormes gastos de la guerra de los tres años entre liberales y conservadores, ante lo cual, los gobiernos de Francia, España e Inglaterra acordaron invadir México como una forma de presionar y recibir el pago respectivo.

El presidente Juárez nombró al diplomático mexicano Manuel Doblado para que negociara con los diplomáticos de los tres países reclamantes y después de analizar la situación del problema de cada país, España e Inglaterra optaron por retirarse de México y solo Francia siguió en su empeño de invadir México, hasta lograr el pago de la deuda. Recordemos que el gobierno francés de Napoleón III, en esos tiempos, sostuvo guerra con siete países al mismo tiempo, y la invasión a México era una situación de relativa fácil victoria. Además, los jefes militares franceses estaban bien informados de la lucha política interna del país, lo cual favorecía a su plan de invasión y conquista de México. Los franceses apoyaron a los conservadores en su lucha por el poder y acordaron instalar un régimen monárquico, que en el corto tiempo el gobierno francés nos mandaría un príncipe de Austria, país componente del imperio francés.

Los jefes militares franceses tenían tal complejo de superioridad, que desde Veracruz rumbo a Puebla, informaban a sus autoridades en París, que la toma de México era cuestión de días, gracias a la preparación de sus soldados e instrumentos bélicos disponibles.

 

 

La batalla de Puebla significó  el enfrentamiento de soldados a caballo, a pie, de cuerpo a cuerpo, y mientras el ejército francés era dirigido por el general Lorencez, compuesto por más de 6 mil soldados, el ejército mexicano, dirigido por el general Zaragoza, contaba  con 4 mil soldados, donde había militares de carrera, voluntarios, campesinos e indígenas.

En una de las batallas los franceses llegaron a la cima de los cerros de Loreto y Guadalupe, pero allí se encontraron con los indios zacapoatlas, quienes se enfrentaron con los invasores,  cuerpo a cuerpo, usando armas rústicas, hasta obligarlos a retroceder.

Cuando se mostraron en retirada los franceses, el general Zaragoza dio la orden de seguirlos, reconociendo a los indígenas por su valiente desempeño militar e inusitado carácter de lucha por México.

En su narración histórica algunos historiadores nos dicen que los soldados mexicanos no persiguieron a los franceses hasta exterminarlos, primero porque eran menos en número y, segundo, porque en esa tarde cayó una fuerte granizada.

La repercusión política internacional del triunfo fue que los políticos de Estados Unidos de América, de Alemania, Inglaterra y otros países de Europa, no se explicaban cómo un pueblo y gobierno como el de México había logrado sostener una guerra desigual con Francia y, sobre todo, que habían logrado vencer a su ejército. Derrota reconocida internacionalmente por el gobierno francés.

Después del triunfo del ejército mexicano, se da la alianza de los franceses con los militantes del partido conservador y la casta militar de la iglesia católica, uniendo sus fuerzas políticas y militares para hacer posible la instalación de una monarquía, donde el gobierno francés tenía mano para enviar a México un príncipe monárquico que no tenía territorio que gobernar y una princesa deseosa de llegar a ser reina en el territorio de su esposo emperador.

 

 

 

La celebración del triunfo correspondiente al157 aniversario de la Batalla del 5 de mayo de 1862, los mexicanos organizamos ceremonias cívico-históricas a lo largo y ancho del país, donde en este año tocó al presidente de la República, el licenciado Andrés Manuel López Obrador, dar sus palabras en conmemoración a la batallade Puebla, no en Puebla (porque está en proceso eleccionario, y el señor presidente no quiere influir en sus resultados), sino que se da en la ciudad de Piedras Negras, Coahuila, donde escuchamos elocuentes discursos de un General de División de la Secretaría de la Defensa Nacional, de un joven cadete del Servicio Militar Nacional y del propio Presidente de la República Mexicana y Jefe Supremo del Ejército Mexicano, Andrés Manuel López Obrador; ello con el fin de reconocer en la cuna del Ejército Nacional, que es Coahuila, porque es fruto del Ejército Constitucionalista, emanado de la Revolución mexicana, encabezada por el coahuilense, don Venustiano Carranza, desde donde comenzó la organización de la liberación nacional, tanto militar como política, de la dictadura de don Porfirio Díaz.

Ahí, en pleno Piedras Negras, el señor presidente hizo un recuento del valor que tuvo en el general Ignacio Zaragoza en la victoria del 5 de mayo, y de cómo Ignacio Zaragoza, habiendo nacido en Texas, cuando Texas aún era de México, y no de Estados Unidos, ya de joven decidió enlistarse en las filas regulares del ejército nacional, y cómo fue subiendo escaños gracias a su valor e inteligencia en la estrategia militar, quedando al frente de la batalla que ocurrió el 5 de mayo.

Un mensaje, por parte del licenciado López Obrador, que mira hacia el pasado y hacia el presente, demostrando en la plena frontera con Estados Unidos, que México es un país que se aprecia de su soberanía y respetar la soberanía de otros países, en referencia aludida a la posible intervención militar de Estados Unidos a nuestro hermano país de Venezuela. De ese carácter simbólico y de política actual, fueron sus palabras de conmemoración del aniversario de la batalla del 5 de mayo de 1862 en contra de las fuerzas invasoras francesas, que al final de cuentas, después de cinco años, derrotamos y expulsamos del país.

Sea recordada esta fecha con honor y pundonor por parte de cada mexicana y mexicano, con la presta conciencia del poder de nuestra identidad e historia nacionales.



« Redacción »
Arturo Delgado Moya

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